DIARIO DE VIAJE: A Sicilia
Prefacio (4)
“La estación de los amores viene y va, y los deseos no envejecen a pesar de la edad”. Franco Battiato
He elegido esta cita para continuar con este prefacio, necesario por varias y justificadísimas razones, entre otras, porque es de un italiano, magnífico poeta y músico y porque viajamos a Italia; porque viajo con una mujer con la que las espadas del amor se levantaron en algún momento. Ahora, a estas alturas, creo que ya están enfundadas convenientemente, a pesar del sueño, o tal vez era deseo de Battiato, y porque me apetece refutar al poeta: -los deseos Sí envejecen con la edad, querido Franco-
En Sicilia, para mí, existirán tres niveles o realidades del viaje; la propia en el discurrir por carreteras, ciudades, hoteles, atracciones turísticas, o mejor dicho, obras y monumentos histórico-artísticos; la fotográfica, en la que emplearé gran parte de mis energías y anhelos; y por último, y casi la más importante de todas, la amorosa, en el más amplio sentido de la palabra. Sí, porque podrá ser amorosa o no; amistosa o no; conflictiva o no. Todos los frentes están abiertos en cuanto a la convivencia en el viaje; todo es posible entre nosotros, lo bueno y lo peor, e incluso lo excelente y por lo tanto casi inesperado. La experiencia podrá ser estimulante o conflictiva, o ambas al mismo tiempo. Lo mejor de esta incertidumbre es que no creo que la vivencia viajera vaya a resultar previsible o aburrida. Ya veremos. Lo que pase a la vuelta, nada más poner pie en tierra en Madrid, aún no lo sé a ciencia cierta (aunque lo adivine). Lo contaré cuando acabe el relato de los días sicilianos…
La Fotografía: Mi compañera de viaje a Sicilia. Y yo el suyo, al menos objetiva y físicamente así será (también seré el conductor, casi siempre culpable de algo).