DIARIO ÍNTIMO 25
Sábado, catorce de mayo de dos mil veintidós
Día difícil. Encefalograma y voluntad plana todo el día. No puedo estar más harto de la queja diaria. Braceo incesantemente a la búsqueda de un tono vital estable y entonado, sin caer en la estéril incomodidad y la desgana. La fatídica pregunta ¿para qué? planeando sobre mi mundo todo el día, todos los días.
Por si acaso, me he inventado un viaje la semana que viene, del lunes dieciséis al viernes veintiuno, aunque ahora, cuando escribo estas desajustadas líneas pienso en adelantar la salida al domingo quince. Ya veré.
¿Qué espero de este microviaje? Ninguna emoción o placer en especial; tan solo desplazarme y mirar despacio lo que vaya apareciendo frente a mí. Ensimismarme con lo que mi mirada vaya enfrentando sin ni siquiera dirigir la vista ni una sola vez hacia dentro, porque en ese oscuro espacio la atmósfera está enrarecida y resulta desapacible. De cualquier modo, tampoco he alimentado ningún deseo en especial hacia ciudades, paisajes, edificios, gentes… Si consiguiera proyectar un atisbo y minúsculo sentido del humor, estaría bien, muy bien diría; pero claro solo conmigo mismo todos los días y todas las noches, lo único que tengo asegurado es el hastío y mi inalterable e ineludible tristeza. Cualquier persona no avisada de con quien está tratando, pensaría que soy un “colgado” que necesita compañía, incluso indiscriminadamente. Nada más lejos de ser cierto: me siento infinitamente mejor solo que acompañado por personas no deseadas. Y no deseo a nadie. Luego, infinitamente mejor así.
Haré parte del viaje que ya se frustró en Septiembre del pasado año: visitaré Teruel y provincia, la parte sur de Zaragoza, incluyendo una obligada y devota peregrinación a los lugares de nacimiento de dos de mis grandes referentes de la historia del arte español de todos los tiempos: Calanda y Fuendetodos.
Podría seguir hilvanando palabras de este tenor hasta que se me hiciera de noche (son las cinco de la tarde), pero ¿para qué? para Nada, así que ya está bien por hoy.
PS: ah, el viaje corto lo contaré, pero será el mes que viene, claro.
La Fotografía: La atalaya de divisar cosas felices e importantes, pero bajo un cielo negrísimo que no permite que pasen ni unas ni otras. No, no hay respuesta al otro lado de la negrura.