29 MAYO 2022

© pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Fecha de diario
2022-05-29
Referencia
6698

LOS DÍAS (17)

Martes, diez de mayo de dos mil veintidós
Como siempre, lo primero del día, es dilucidar a qué campo iremos Charlie y yo a pasear. Hoy ha tocado uno infrecuente, pero de los más bonitos que tenemos a nuestra disposición. Parece fácil el dilema, pero si no tienes otro que resolver en el día, resulta verdaderamente complejo y hasta angustioso.
En la primera hora de paseo he terminado de oír una maravillosa novela:  Los restos del día (1989) del escritor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro. Cuatro años después, James Ivory, realizó una también espléndida adaptación cinematográfica.
He disfrutado mucho de esta historia, en la que, además de desarrollar las especiales y estrictas costumbres domésticas y sociales de la aristocracia inglesa, alude, aunque superficialmente al contexto histórico y político previo a la segunda guerra mundial. Narrada en primera persona por el protagonista absoluto de la obra, míster Stevens, que se encarga de describir el código teórico y deontológico de los mayordomos, exigente y elitista clase profesional de la que él es un insigne representante. No obstante, el telón de fondo de esta historia es romántico, con una ama de llaves, miss Kenton, perdidamente enamorada de míster Stevens, amor del cual él no llega a enterarse nunca. Es inconcebible que profesionales que han alcanzado la más alta perfección en su profesión, se entretengan o distraigan con las veleidades del amor. Otro de los aspectos y lecturas de esta historia es señalar hasta qué punto hay personas que entienden su trabajo como una entrega incondicional y absoluta, más que vocacional, apasionada y mística, en la que no cabe la vida personal o privada más allá de su quehacer diario y fanática entrega a la vida de sus patronos. Para ellos, es la vida entera. En el caso de Stevens, la manera de entender su vida no es concebible si no es sirviendo a su señor, sumisión admitida no como humillante, sino como un estilo de vida pleno de sentido, dignidad y honor. Incuestionable siempre. Ese estilo y modo de vivir, a tiempo completo, le colma y le evita cualquier sombra de duda, incertidumbre, frustración, ambición o sensación de sinsentido en su vida. Naturalmente, para que esa dependencia y entrega sea digna, valor absoluto sobre el que se sustenta el equilibrio existencial de Stevens, es preciso que su señor lo sea absolutamente, es decir, que sea un auténtico aristócrata porque si no nada tendría sentido. Tanto lord Darlington, como míster Stevens, son hombres de la más alta nobleza, cada uno en su lugar. Menos mal que, ante la poquedad de mi vida, tengo las novelas, que me rescatan de la más pesarosa, por insuficiente, cotidianidad.
La Fotografía: No sé si tiene que ver con el texto de hoy; me parece que sí, aunque no estoy seguro del todo.

Pepe Fuentes ·