DIARIO DE VIAJE: A Teruel
Día 2.2 Martes (17.05.2022)
… Pero, lo que más me impresionó no fueron las dos plantas superiores, sino las dos inferiores: Sótano alto y bajo. Largas galerías abovedadas, anchas y largas, destinadas a funciones auxiliares, como cocinas, caballerizas, almacenes. En realidad, no fue tanto un castillo militar como una fortaleza palaciega. De los siglos XVI al XIX albergó un convento franciscano.
Siempre que visito un lugar reconocible de hace siglos, ineludiblemente, siento nostalgia del lugar, una añoranza sin causa dado que lo hago desde mi inaprensible presente que es tan pasado como el propio castillo que visitaba. Todas las edades se igualan y comienzan a vivir en el mismo plano de conciencia inmediatamente después. El tiempo es una especie de planicie infinita sin color ni textura ni referencia a la que aferrarse. Sí, siento añoranza de lo que fue y no comprendo del todo y una cierta frustración porque habría querido que mi vida hubiera sucedido en ese castillo, en su tiempo de esplendor y no ahora, tiempo sin gloria, con escaso sentido y desde luego sin grandeza. Del viaje solo se puede esperar lo que vives en un presente huidizo, siempre en retirada, porque una vez que terminas el discurrir ya todo es silencio y olvido, todos los lugares por los que pasas, nada más regresar, comienzan a alejarse, a difuminarse, a perderse en la nebulosa de una conciencia incapaz de fijar nada verdaderamente…
La Fotografía: Una de las galerías subterráneas del castillo. A medida que descendía hacia los sótanos la temperatura bajaba drásticamente, en el sótano dos el frío se dejaba sentir palpablemente.