DIARIO DE VIAJE: A Teruel
Día 3.4 Miércoles (18.05.2022)
… Me sobrepuse a mis palpitaciones y ansiedad. Cogí el coche porque pensé que me ayudaría a mejor encontrar la dichosa carretera (por la que había llegado, pero que no me acordaba dónde estaba). Y sí, estaba cerca y había un restaurante, por lo menos uno. Pregunté si podía comer, aunque era tarde ya (las tres y media) y me dijeron que sí. Me tranquilicé y me dispuse a disfrutar del menú del día: cerveza lo primero (hacía calor); un plato de verdura y un filete de pescado, además de postre y café. El camarero era feo, pero muy simpático. Todo pareció reordenarse de pronto y pude salir de alguna película paranoico-obsesiva de Buñuel.
Nada más salir del restaurante me dirigí caminando al Centro Buñuel. Se trataba de un edificio de dos plantas y jardín delantero. Me recibió una señora de mi edad, parecía, voluminosa y sumamente simpática. Me dijo que no tenía que pagar nada porque era el día de los museos. Se lo agradecí. Me acompañó a la planta superior y me informó, grosso modo, la mejor manera de efectuar la visita. Aproveché para preguntarle por la familia Buñuel en la actualidad y me contestó que ya no quedaba nadie, tan solo algún pariente lejano, pero desvinculado de Calanda.
Fotografié, naturalmente, también con mi móvil para enviarle algunas de las fotos a mi amigo Carlos Villasante, grandísimo admirador de Don Luis.
Mi admiración por Buñuel, constante siempre, ha soportado algunos vaivenes, de la más encendida pasión, como la de mi amigo, en la que vi todas sus películas y leí sobre él; a una cierta distancia que incluso rozó la indiferencia, hasta llegar hasta ahora, donde ha renacido mi encendido interés por él. No obstante, no soy mitómano, ni de Buñuel ni de nadie. Ha sido uno de los grandes artistas de la historia española; ahora no me cabe ninguna duda sobre eso.
Una frase que tomé de una cartela de la casa-museo y que suscribo plenamente: “El ateísmo -por lo menos el mío- conduce necesariamente a aceptar lo inexplicable”. Luis Buñuel
Creo que debería hacerme acompañar por Buñuel en el resto del relato del viaje, incorporando una cita suya cada día ¡¡¡qué mejor y más apropiada compañía!!!
La Fotografía: Una sala de la planta superior del Museo. No me encontré allí con ningún objeto extraordinario, aunque todos lo fueran porque todos ellos componían un entramado cuidadosa y cariñosamente creado para rendir tributo y homenaje a un grandísimo creador. Único e irrepetible, a pesar de que algunos han intentado emularle. Lo más auténticamente genuino de Buñuel, y ahí radica su genialidad, es que no se parecía a nadie y eso, precisamente eso, es lo que hace grandes a los artistas (y a cualquier ser humano).