DIARIO DE VIAJE: A Teruel
Día 5.5 Viernes (20.05.2022)
… Después de mi segundo paseo por el pueblo histórica y arquitectónicamente interesante, decidí comenzar mi descenso hacia Madrid. Había quedado en Pozuelo de Alarcón, a las siete y media, con Carmen, mi reciente gran amiga que me había acompañado cariñosa y atenta todos los días, cada noche. Me sobraba bastante tiempo con lo cual me tomé con calma la vuelta. Decidí dar un paseo por Guadalajara, a la que hacía muchos años que no iba. A esta insulsa ciudad llegué a las cuatro y media y di un largo paseo, me senté en una terraza a tomar un refresco. Pensé en cómo había sido mi breve viaje, de pocas pretensiones y bastante miedo a priori porque temía que me acompañara una cierta e incómoda ansiedad. Me felicité porque fue todo lo contrario: me había sentido tranquilo, cómodo con el discurrir de las etapas y de los hechos, de los interesantes lugares que había visitado y de las tomas fotográficas realizadas de las que todavía no conocía exactamente los resultados (están en estos días de diario). Sobre todo, me sentí bien conmigo mismo a lo largo del viaje, de excelente humor y muchas ganas de aprehender los matices de los lugares por los que fui pasando. También resultó muy estimulante el hecho de viajar solo y no tener que negociar incesantemente lo que hacía y lo que No hacía porque no me daba la real gana. Será que, por fin, en plena senectud, he conseguido madurar.
Llegué a Pozuelo a las siete y cuarto, ya vestido adecuadamente para un primer encuentro con una mujer con la que había hablado mucho, pero sin conocernos personalmente. Ya éramos como viejos amigos, a pesar de no habernos visto (sí en fotografías). Curiosas y raras opciones ofrecen las redes sociales. El encuentro no pudo ser más cariñoso, nos abrazamos y nos sentamos en una mesa del bar donde habíamos quedado. Charlamos animadamente durante hora y media, pero ese primer encuentro no nos dio para más; todavía nos extrañábamos un poco. Volvimos a abrazarnos en la despedida. No hubo más. Todo estaba bien así, por el momento.
Reposté (estaba sin gasolina) y volví a mi casa donde llegué a las diez de la noche, muy cansado. Llamé a Carmen para decirle que había llegado sin novedad (me lo había pedido) y aprovechamos para charlar otro rato. Después, me tendí en mi sofá a descansar y tomarme una copa de homenaje a mí mismo. El viaje acaba aquí (otro parecido, espero repetirlo pronto).
La Fotografía: “La libertad es un fantasma. Esto lo he pensado seriamente y lo creo desde siempre. Es un fantasma de niebla. El hombre lo persigue, cree atraparlo, y solo le queda un poco de niebla entre las manos”. Luis Buñuel