3 SEPTIEMBRE 2022

© 2009 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2009
Localizacion
Madrid (España)
Soporte de imagen
ROLLEI INFRARROJO 400
Fecha de diario
2022-09-03
Referencia
3492

LOS DÍAS (28)
Lunes, quince de agosto de dos mil veintidós

El pasado sábado, trece de agosto, invité a cenar a Carmen, Armando y Mamen (su mujer) con motivo de mi reciente cumpleaños. En realidad, era un pretexto para vernos y compartir mesa, porque mi cumpleaños no era motivo de celebración. Hacía mucho tiempo que no nos abrazábamos. Cenamos en el hotel Only You, en la calle Barquillo. Lo pasamos muy bien, tanto por la cena en sí, como por la charla, entusiasta y muy animada. Actuamos distendida y relajadamente, como si nada pasara y nada nos preocupara, y, verdaderamente, entre nosotros no había ningún motivo de preocupación; otra cosa era la que cada uno llevábamos consigo, pero tuvimos el buen gusto de mencionarlas o tratarlas con el necesario sentido del humor. Es un tema recurrente e inevitable mi percepción sobre el paso del tiempo un tanto dramática y exagerada; a ellos les encanta provocarme. Sí, les digo, aunque sea sabido, el tiempo es el que finalmente nos matará y hablo de ellos como acicate para aprovechar al máximo el que nos quede (aunque yo no lo haga). Normalmente, cuando mis amigos en general me reprochan mi lastimero discurso y yo, medio en broma medio en serio, elaboro (o lo intento) un argumentario que sustente mis tinieblas, ellos, se ríen y pasan de mí. Hacen bien. El tema trascendente se acaba enseguida y nos dedicamos a hablar de otras cosas. Después de la cena, salimos a pasear, tomamos una consumición en una terraza, acompañamos a Carmen a su coche (era la una y media). Los que nos quedamos, nos fuimos a tomar la última a un local muy conocido para nosotros, al que hacía casi un año que no había vuelto. La experiencia resultó terriblemente decepcionante. Ya no era un escenario apropiado ni para mí ni para mis amigos (no lo era desde hacía mucho tiempo).
La Fotografía: Local de copas y jolgorio que tuvo mucha gracia para nosotros (ahora también la debe tener, pero para gente muy alejada en edad de la nuestra); o, dicho de otro modo, somos demasiados viejos y ya no es lugar apropiado para nosotros. En realidad, no es tanto lo inapropiado como que se apodera de nosotros la insoportable nostalgia de tantas noches locas.

Pepe Fuentes ·