LOS DÍAS (32)
Sábado, veintisiete de agosto de dos mil veintidós
Hoy me siento estupendamente, desde que me he levantado. Pletórico. Me pregunto por la novedad en mi estado de ánimo, mientras me río despreocupadamente. Bueno, no exactamente, aunque sí, me río calladamente, pero es porque es como si mi estado de ánimo se hubiera liberado de no sé cuántas tétricas ansiedades, y eso es bueno para mí. Intuyo que pasaré un buen sábado, leyendo, escribiendo, comiendo solo, y cenando; y también viendo una estupenda película que elegiré cuidadosamente para mi entero gozo. Mientras vea la “peli” me tomaré un ron añejo y miraré las estrellas. No me dolerá nada, seguro, salvo el tiempo que he perdido deseando que mi vida cambiara, sin darme cuenta, que ya vivía el cambio que voy conquistado poco a poco.
Ahora venía un párrafo dedicado a las ayudas y beneficio obtenido de las gentes que me rodean, pero lo he quitado. Bien es verdad que todavía se mantienen cerca dos o tres personas, pero creía que había más; sin embargo, después de una revisión crítica se me han caído varias, con lo cual, el párrafo ya no tenía sentido. Sí, todavía existen esas poquitas, pero esas siempre han estado ahí.
La Fotografía: Un día feliz, celebrado con una fotografía de un globo resplandeciente. Salió a mi encuentro nada más empezar el paseo. Todo un presagio autocumplido.