LOS DÍAS (31)
Martes, veintitrés de agosto de dos mil veintidós
Amaneció sin que pudiera hacer nada por evitarlo (Charlie tampoco, que dormía a mi lado, en el centro de la cama, como siempre).
Ante lo irremediable de la situación y como me encontraba bien de salud (Charlie no, cojea lastimosamente todos los días), decidí ir al campo a fotografiar antes que el sol irradiara una luz y una temperatura bochornosa e insufrible ¡¡¡odioso verano!!!
“Todo está interrelacionado con la complejidad de un rompecabezas tridimensional en el que la verdad no siempre es real y la realidad no siempre es verdadera”. Haruki Murakami. Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.
¿Tiene la fotografía moderna la capacidad mágica de alterar la verdad? ¿Y la realidad, también la realidad? Sin duda. Por eso sigo fotografiando, para que la realidad primero, y la verdad después, no me aniquilen.
La Fotografía: Para neutralizar la sensación sofocante que se nos venía encima, realicé esta imagen impregnándola de una frialdad polar, gélida. No era verdad, y tampoco real. Todo era mentira, salvo lo fotografiado, que no sé si era verdad, pero si real. Poco después la temperatura bordeó los 40º.