DIARIO DE VIAJE: Al Sudoeste
Día 4.1 Jueves (22.09.2022)
… Desde la madrugada me mantuve en un inquieto y frustrante duermevela absolutamente improductivo. Pleno de estúpida frustración. No tenía ganas de levantarme, aunque no estaba deprimido y por supuesto me apetecía seguir con el viaje. Finalmente, me levanté a las ocho. Desayuné en un bar, enfrente del Hotel Cervantes, donde había dormido: café con leche y una gran tostada de pan con aceite, tomate y un excelente jamón. Riquísimo desayuno.
Partí en dirección a Burguillos del Cerro en torno a las nueve.
Como solía suceder en pueblos similares, me dirigí a la parte alta por calles empinadas hasta donde no pude seguir con el coche. Continué la ascensión a pie hasta la cumbre del cerro donde se encontraba los restos de un castillo de la orden del Temple, bastante bien conservado y con la Puerta abierta (excepcional). Desde una de las torres del castillo, a los pies del cerro, se divisaba el pueblo, extendido, de un blanco resplandeciente con las primeras luces del día. Di una vuelta por las calles blancas e hice algunas fotografías a una de las iglesias con las que cuenta el pueblo.
A continuación, me dirigí a Jerez de los Caballeros (22 km). Nada más aparcar me dispuse a visitar el pueblo con ganas (tenía muchas expectativas). La primera parada fue en una gran iglesia con una magnífica torre cuadrangular barroca, con filigranas de ladrillería y repleta azulejería vidriada que la dotaba de un abigarrado y complejo colorido. Visité el interior provisto de una audioguía. Lo que me asombró y celebré entusiasmado fue la ascensión hasta el campanario que se hacía a través de una holgada rampa (ni un solo escalón) que iba ascendiendo en espiral. Muy gozosa visita ¡¡¡hay que ver cuanto puede disfrutar un ateo como yo en templos católicos!!!
De San Bartolomé, por el mismo precio (4 €) visité otra de las principales iglesias, la de San Miguel, sumamente interesante también. De ahí, callejeando entre turistas (había muchos), me dirigí hacia la Iglesia de la Encarnación (cerrada) y a la Alcazaba, que visité y desde donde se divisaba una interesante panorámica del pueblo.
Volví a la Plaza de España, con varias terrazas, donde me tomé una cerveza y una ración (no me acuerdo de qué).
Me encantó este pueblo blanco, bien ordenado y de pulcra monumentalidad. Sumamente interesante.
Desde Jerez de los Caballeros me acerqué a Fregenal de la Sierra, pueblo blanco y empinado, como todos. Tenía intención de visitar el castillo templario (en su recinto se encuentra la plaza de toros), pero no era día de visita, solo abren los miércoles, los viernes y el fin de semana y era jueves. Me limité a callejear y a tomarme una ración de bacalao rebozado con una cerveza en una terraza de la plaza de España, frente a la fachada de la iglesia de Santa María..
Después, me dirigí hacia el Monasterio de Tentudia, en plena sierra homónima, cerca de Calera de León (en torno a 50 Km), pero de esa visita hablaré mañana…
La Fotografía: En una de las capillas de San Bartolomé, se encontraba la momia de un párroco célebre en el pueblo (S. XVIII). Podría haber traído hoy a colación cualquier otra fotografía, como por ejemplo la rampa de subida al campanario, que tanto me gustó; pero he preferido el cura, porque me atraen poderosamente las momias. Yo, en el futuro querría ser momia, me encantaría porque así podría durar siglos, incluso milenios, como los egipcios, porque además de artistas prodigiosos creo que tenían razón: es la única manera de trascender el tiempo. Mágica y misteriosa transustanciación. Sí, decididamente, lo que querría ser más allá de mi tiempo es Momia y así aspirar a una consoladora vida eterna.
“Dar belleza y quizá cierta dignidad a esta obscura desbandada hacia la muerte”. Eça de Queiroz