DIARIO DE VIAJE: Al Sudoeste
Día 6.2 Sábado (24.09.2022)
… Después de localizar el hotel y tomar la habitación, muy cerca del centro y del paseo marítimo, decidí caminar despacio por el paseo con el mar a mi izquierda, hacia la Catedral que se divisaba a lo lejos. En la plaza, frente a la fachada de la catedral, muy concurrida y con terrazas llenas, me senté en una de ellas, no tenía ninguna prisa. Tomé un Aperol y observé a las gentes que se movían despreocupada y festivamente.
Después me dediqué a callejear por la zona y fotografiar a transeúntes, inadvertidamente. Es algo que no suelo hacer nunca, pero me sentía bastante desganado y sin que se me ocurriera otra cosa. Lo hice. En torno a las siete y media, volví al paseo que bordeaba la ciudad y esta vez con el mar a mi derecha. Caminaba despacio, como el sol, que avanzaba lentamente hacia el ocaso del día. Los días de la península morían precisamente allí, y yo lo estaba presenciando, pero sin emoción. Sí, era grato y nada habitual en mi vida (en mi casa nunca veo las puestas de sol, vivo mirando al este y al norte), pero soy demasiado prosaico como para componer bellas y poéticas recreaciones del fenómeno crepuscular anaranjado, tan sabido y visto…
Poco antes de desviarme del paseo playero para dirigirme al hotel, en el interior, pero cerca; paré en un bar acristalado en la misma playa a cenar. La cena fue muy grata (ensalada de pimientos asados con bacalao y un postre), con el mar ya oscurecido frente a mí.
La Fotografía: Una de las fotografías saqueadas del ambiente callejero del centro de Cádiz. No está bien, lo sé, pero la belleza de la chica lo merecía sobradamente.