DIARIO ANALÓGICO
El suicidio 1
Martes, diecisiete de enero de dos mil veintitrés
Suicidarse es fácil.” Anaïs Nin
Sí, intuyo que Nin tiene razón y como no estoy para las cosas difíciles, intentaré una aproximación al suicidio, sin autoridad, porque, aunque lo haya pensado a veces, nunca habría sido capaz de acercarme seriamente a esa posibilidad para mí.
Ese gran acto trágico no está al alcance de cualquiera. Filosófico, según Albert Camus: “Si la vida es un valle de lágrimas, si no hay nada después de la muerte, el único problema serio de la filosofía es el suicidio”.
También, si nos acordamos de Petronio, un gesto de suma elegancia, sobre todo a las puertas de la degradante vejez: “Mis queridos amigos: alegraros y no os sorprendáis. La impotencia y la vejez son muy tristes compañeras en los últimos años de la vida. Yo quiero daros un buen ejemplo y buen consejo. Tenéis el poder, como veis, de no aguardar la vejez; podéis partir voluntariamente antes de que llegue, como voy a hacerlo yo”. Petronio (se suicidó, o más bien lo hizo, según su costumbre, Nerón, en el entorno de los cincuenta años del elegante artista).
No tengo una opinión moral frente al suicidio, o, dicho de otro modo, me parece un acto más que cualquier humano tiene el derecho a realizar, fruto de su inalienable e incuestionable libertad.
Siempre dependerá de las circunstancias que incidan en cualquier persona en un momento de su vida, directamente relacionadas con su carácter y su alma.
“…gente para la que la existencia no reservaba una segunda oportunidad, seres que habían hecho de la resignación un modo de vida porque de lo contrario no les quedaba más que el suicidio. Aunque la resignación es también una forma de suicidio”. Marcelo Lillo
Henri Roorda, Librepensador, escritor, libertario, escribió una magnífica y profunda obra, titulada Mi suicidio, a principio del siglo XX, en la que narraba su aproximación a su propio suicidio, que consumó con cincuenta y cinco años: “El momento de mi suicidio se acerca. Hasta tal punto estoy vivo que no siento la proximidad de la muerte. A veces me descubro mirando con envidia a algunos transeúntes que no se distinguen por nada en especial, que parecen desprovistos de todo prestigio, simplemente por el hecho de saber que continuarán viviendo”. Henri Roorda
La Fotografía: La pistola no es de juguete, solo vieja y supongo que deteriorada (no la probé, por supuesto). Ya no la tengo.