DIARIO ANALÓGICO
El suicidio y 3
“Cuando hemos sobrepasado los cincuenta, nos parecemos viles y faltos de carácter, pensé, la cuestión es saber cuánto tiempo aguantaremos ese estado. Muchos se matan a los cincuenta y un años, pensé.” Thomas Bernhard
Sí, objetivamente es más difícil de soportar la vida decrépita y enfermiza, luego, los seres humanos entramos en fase de riesgo a partir de que nos adentramos en el repugnante envejecimiento. Pero, no necesariamente.
Otro exquisito y refinado artista suicida, que lo llevó a cabo con tan solo cuarenta y un años, Cesare Pavese: “Es preciso haber sentido la manía de la autodestrucción. No hablo del suicidio: las personas como nosotros, que aman la vida, lo imprevisible, el placer de contar, sólo pueden llegar al suicidio por una imprudencia. Hay que percatarse bien de ello: en nuestra época el suicidio es una manera de desaparecer, se lleva a cabo con timidez, en silencio, de manera anodina. Ya no es un acto, es un sufrimiento”.
Por si este texto lo leyera alguien con tentaciones suicidas, que lo aplace todo lo que pueda, como dice Héctor Subirats: “Posterguen el suicidio hasta que no puedan más. Mientras, envilézcanse juntos según puedan y quieran: total, para tres días que hemos de vivir, ya es demasiado”.
Finalmente, quiero proclamar solemnemente que no soy un suicida. No me suicidaré nunca, como también dice Peter Handke: “Mirar el cielo, ver pasar las nubes y pensar: ¡No me suicidaré nunca!.
Por eso y por otras sensatas razones, aunque el suicidio no me parezca en absoluto condenable. Simplemente puede ser una solución, o no. Que cada uno elija.
La Fotografía: Esta serie fotográfica está realizada en dos mil diecinueve a partir de la lectura de los diarios de Sándor Márai, donde cuenta, las circunstancias que le llevan a suicidarse, el momento vivencial en el que lo decide y compra la pistola con la que finalmente lo lleva a cabo. Fue después de la muerte de su mujer, a la que amó siempre, y en el momento en el que sintió que ya no podía valerse por sí mismo. Fue un acto, a pesar de la circunstancias objetivas y penosas, o precisamente por eso, sublime y bello, consecuente en un hombre de una naturaleza y dignidad memorables. Su despedida: “Lo siento mucho, ya no puedo más. La debilidad no desaparece y, de seguir así, pronto tendrán que ingresarme. Quisiera evitarlo. Gracias por vuestra amistad. Cuidaos mucho. Os deseo todo lo mejor”. Sándor Márai