7 FEBRERO 2023

© 2015 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2015
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
- 120 ILFORD SFX 200 (800)
Fecha de diario
2023-02-07
Referencia
7685

ADENTRÁNDOME EN LAS TINIEBLAS XVIII
Viernes, tres de febrero de 2023

“El envejecimiento es nuestro futuro. Lo disfrazamos con palabras como dignidad, serenidad, honestidad, sabiduría, pero cualquier anciano renunciaría a esas palabras con tal de que le quitarás cinco años de encima, o incluso cinco meses (…) El envejecimiento es igualatorio”. Manuel Vilas
…Y universal, todos amontonados e inservibles. Todos penosamente iguales.
Uno de los efectos más pernicioso que trae consigo la vejez no es tanto que uno alcance ese dudoso privilegio, ya que se podría interpretar, en su vertiente más favorable, que uno ha llegado a ese apartadero para descansar sin estar cansado; si no que el mundo decide que ya no eres apto para hacer prácticamente nada, salvo morirte. Es decir, alguien que no eres tú, decide lo que puedes y no puedes hacer. Tú vejez te la fabrican los demás, la construyen los otros. No sirve de nada disimular o rebelarse. Siempre te pillan y someten al maldito orden inexorable. Es la gran conjura. Aborrecible y mil veces maldita.
“La vejez es la peor y más poderosa mierda de la vida”. Gudbergur Bergsson
Existe un matiz especialmente lacerante en ese extrañamiento y es el que se materializa a través de un pavoroso mutuo rechazo entre hombres y mujeres. Una vez que interiorizamos que el amor ya es altamente improbable, o más bien imposible, llega el tiempo del rechazo, son todos los matices posibles del desaliento y la amargura. Si no hay curiosidad o deseo, para qué intentarlo. De hecho, casi nadie lo hace. Los hombres y mujeres viejos ya nada tienen que decirse; el diálogo se ha roto definitivamente entre ellos, tal vez, porque ya no existen intereses con los que comerciar, ni placer sexual del que disfrutar; ni futuro compartido que alcanzar. Consummatum est. Todas las representaciones han terminado y el telón ha bajado triste y abruptamente.
Hace tan solo un año, creía, en mi fuero interno, que todavía habría un último acto, o al menos un breve epílogo al que podría aferrarme. Pero no, me engañaba. Nada he podido hacer para evitarlo.
No creo que siga intentándolo porque sería, para colmo de males, una indignidad. Ninguna posibilidad, sea la que sea, se merece tanto sacrificio.
“Envuelto en una oscuridad profunda en la que no viera mi cabello blanco, desearía estrechar apasionadamente entre mis brazos una mujer que sintiera la misma emoción que yo. Es imposible. Todos estamos condenados a la soledad. Un médico francés afirmó: “la mayoría de los hombres mueren de pena”. Pero eso no impide que la vida continúe…” Henri Roorda
Ahora, en el momento de dar por terminado este conjunto de entradas monotemáticas, tendría, tal vez, que emitir un mensaje poderoso de resistencia, esperanzador y confiado. No lo haré.
La Fotografía:
Creyente sexagenario (o septuagenario) seis. Los viejos procesionarios han desfilado todo el tiempo, son muchos, darían para un tratado de largo alcance, pero para este diario solo he necesitado seis. Me asombran, siempre han conseguido mi perplejidad, pero no, ni de lejos, mi admiración. Cómo es posible que después de más de seis décadas de vida sigan creyendo en cuentos y falacias. ¿Qué tipo de vida crédula habrán llevado? No me contesto porque gentes así no me interesan, me dan igual, solo las observo, algo asustado.
Uno de los privilegios de la vejez es que ya puedes dejar de ser comprensivo: ya no tienes necesidad de pactos con lo conveniente. Puedes despreciar sin razón ni culpa.

Pepe Fuentes ·

7 FEBRERO 2023

© 2015 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2015
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
- 120 ILFORD SFX 200 (800)
Fecha de diario
2023-02-07
Referencia
7685

ADENTRÁNDOME EN LAS TINIEBLAS XVIII
Viernes, tres de febrero de 2023

“El envejecimiento es nuestro futuro. Lo disfrazamos con palabras como dignidad, serenidad, honestidad, sabiduría, pero cualquier anciano renunciaría a esas palabras con tal de que le quitarás cinco años de encima, o incluso cinco meses (…) El envejecimiento es igualatorio”. Manuel Vilas
…Y universal, todos amontonados e inservibles. Todos penosamente iguales.
Uno de los efectos más pernicioso que trae consigo la vejez no es tanto que uno alcance ese dudoso privilegio, ya que se podría interpretar, en su vertiente más favorable, que uno ha llegado a ese apartadero para descansar sin estar cansado; si no que el mundo decide que ya no eres apto para hacer prácticamente nada, salvo morirte. Es decir, alguien que no eres tú, decide lo que puedes y no puedes hacer. Tú vejez te la fabrican los demás, la construyen los otros. No sirve de nada disimular o rebelarse. Siempre te pillan y someten al maldito orden inexorable. Es la gran conjura de inconscientes necios. Aborrecible y mil veces maldita.
“La vejez es la peor y más poderosa mierda de la vida”. Gudbergur Bergsson
Existe un matiz especialmente lacerante en ese extrañamiento y es el que se materializa a través de un pavoroso mutuo rechazo entre hombres y mujeres. Una vez que interiorizamos que el amor ya es altamente improbable, o más bien imposible, llega el tiempo del rechazo, son todos los matices posibles del desaliento y la amargura. Si no hay curiosidad o deseo, para qué intentarlo. De hecho, casi nadie lo hace. Los hombres y mujeres viejos ya nada tenemos que decirnos; el diálogo se ha roto definitivamente entre nosotros, tal vez, porque ya no existen intereses con los que comerciar, ni placer sexual del que disfrutar; ni futuro compartido que alcanzar. Consummatum est. Todas las representaciones han terminado y el telón ha bajado triste y abruptamente.
Hace tan solo un año, creía, en mi fuero interno, que todavía habría un último acto, o al menos un breve epílogo al que podría aferrarme. Pero no, me engañaba. Nada he podido hacer para evitarlo. Lo peor de todo para mí es haberlo intentado, adoptando una actitud estúpidamente “positiva” de la que me avergüenzo.
No lo seguiré haciendo porque sería, para colmo de males, una indignidad. Ninguna posibilidad, sea la que sea, se merece tanto sacrificio.
“Envuelto en una oscuridad profunda en la que no viera mi cabello blanco, desearía estrechar apasionadamente entre mis brazos una mujer que sintiera la misma emoción que yo. Es imposible. Todos estamos condenados a la soledad. Un médico francés afirmó: “la mayoría de los hombres mueren de pena”.  Henri Roorda
Ahora, en el momento de dar por terminado este conjunto de entradas monotemáticas, tendría, tal vez, que emitir un mensaje poderoso de resistencia, esperanzador y de confianza en mí mismo. No lo haré.
La Fotografía:
Creyente sexagenario (o septuagenario) seis. Los viejos procesionarios han desfilado todo el tiempo, son muchos, darían para un tratado de largo alcance, pero para este diario solo he necesitado seis. Me asombran, siempre han conseguido mi perplejidad, pero no, ni de lejos, mi admiración y casi ni siquiera mi respeto. Cómo es posible que después de más de seis décadas de vida sigan creyendo en cuentos y falacias. ¿Qué tipo de vida crédula habrán llevado? No me contesto porque gentes así no me interesan, me dan igual, solo las observo, algo asustado.
Uno de los privilegios de la vejez es que ya puedes dejar de ser comprensivo: ya no tienes necesidad de pactos con lo conveniente. Puedes despreciar sin razón ni culpa.

Pepe Fuentes ·