LOS DÍAS 14
Martes, siete de Marzo de 2023
Malos tiempos. El domingo, casi todo mal; el lunes, mal a secas; el martes, por la mañana, hasta mediodía, cuesta arriba y fatiga; salvo porque tomé la decisión de visitar el Museo del Prado el día siguiente. Todo un alarde de voluntarismo y férrea resistencia a la postración, aunque sea lo que más me apetezca, abandonarme a la fuerza bruta y pertinaz que tira de mí hacia abajo. Algo así como dice Severo Sarduy: “Como si el cuerpo cediera a una facilidad o a una pereza. O se dejara ir, a la vez fascinado e indolente, hacía un reposo cada vez más radical y hondo…”.
Estos augurios o inquietantes síntomas, tampoco fueron óbice para que a las dos de la tarde me reuniera con dos amigos, Ángel y Pepe, ambos familia entre sí, y nos acercáramos a un pueblo cercano a comernos un cocido.
A Pepe hacía muchísimo tiempo que no lo veía y le encontré estupendo, tanto físicamente como en su actitud vivencial. Es un hombre tranquilo, cariñoso, no alardea de nada y, sobre todo, en absoluto intenta imponer su presencia, escucha atentamente, cuenta sobre su vida si la circunstancia lo requiere o le preguntas, si no, pues no. Una infrecuente maravilla. Me gustan mucho las personas así porque puedo compartir con ellas algo tan preciado como el tiempo, mi tiempo, sin tener la penosa percepción de tiempo perdido, tan frecuente. Obviamente, yo siempre procuro actuar así en mis relaciones interpersonales.
Nos propusimos un próximo objetivo para dentro de quince días, fácil y placentero de cumplir. Ir a otro pueblo cercano, esta vez hacía el norte (el cocido fue sureño), a comer arroz con liebre. Probablemente lo conseguiremos con gusto.
“Cuando no se cree en nada, los sentidos se vuelven una religión y el estómago una finalidad…”.E. Cioran.
La Fotografía: El Cocido. Un gozo.