SUSURROS A MI MÓVIL, de madrugada (2)
Martes, 11 de abril. 5:30 AM.
… El decurso de mis vaporosas e insomnes divagaciones me están empujando hacia inclementes percepciones o, peor, a mi carne despellejada.
Sí, porque, las madrugadas insomnes y declamatorias siempre me llevan por el mal camino: a la consciencia cruda.
Quiero que mi vida sea como una máquina racional, fría, inconsciente, virtuosa e infalible, con garantía in aeternum. Instalarme en la más radical insensibilidad, inasequible a las flaquezas. Automatismo, eso es lo que quiero, que todo sea exacto y científico a la mismísima velocidad de la luz. Quiero morir viviendo con la escafandra de un selenita.
¿Por qué susurro estos quiméricos anhelos a Mi Móvil? No lo sé exactamente. Tal vez porque siento que mi mundo, frágilmente construido (o sólidamente deconstruido), se desmorona más y más si cabe.
He comenzado una nueva novela en audible, casi todos los días comienzo una o dos que abandono enseguida. Solo me paro y escucho las que me gustan mucho porque siento que están escritas para mí. Ya no tengo tiempo de ocuparme de las que están escritas para otros, y mucho menos de las que lo están para el mundo. Mundo, ya solo el mío.
La novela se titula: Asuntos propios, de José Morella (no conocía a ese autor). La ha editado Anagrama. Me da igual conocer o no a los autores (prejuicio que me ha acompañado siempre). Ahora ya, lo único que me importa es que me guste lo que dicen. Y sí, me gusta mucho lo que cuenta Morella. Por qué, sencillo, porque habla de un hombre, Roberto, que tiene tres años más que yo. Siento una gran empatía hacia él: “Roberto, ese hombre bifronte, optimista nato a la vez que solitario, misántropo a la vez que cándido, cínico pero bondadoso, muy seguro de sí mismo unas veces, pero otras veces perdido como un niño huérfano. Ya se lo dijo Jacinta una vez, riéndose: bebé, tú eres doble, hay dos bebés, estoy saliendo con dos hombres”.
Jacinta y él viven desde hace dos meses una intensa e ilusionada historia de amor, o lo que sea. Ella, es una mujer mucho más joven que él, que le llama amorosamente bebé. Follan, comen, bailan, ríen, viven… son inmensamente felices juntos, porque les gusta mucho lo que se dicen y lo que viven en compañía. Da igual que sea amor, amistad, cariño, o lo que pueda ser; esas etiquetas dan exactamente igual. Lo importante es que ambos gozan estando juntos. Eso, creo, se parece más al amor que a cualquier otra cosa. Todo lo demás, cualquier circunstancia que pueda acompañarlos, da exactamente igual.
Quien lo tenga tiene mucha suerte, y quien no lo tenga tendrá que susurrar a Su Móvil, que es lo que hago yo.
Sigo mañana…
La Fotografía: Una máquina perfecta y bestial, objeto de mis sueños, o era de mis insomnios.