LOS DÍAS 24
Lunes, diecisiete de Abril de 2023
Mira por donde hoy es lunes, y encima me van a realizar una operación quirúrgica en una mano. Maldita las ganas que tengo de que me operen.
La idea me deprime.
Ayer vino a mi ciudad, desde Madrid, una amiga virtual (quiero decir que no nos habíamos visto nunca, luego, amiga, amiga, no era). Me dijo, animosamente, que vendría a desayunar conmigo. Eso hizo. Se llama Carol y resultó ser una mujer de gratísima actitud, simpática, de charla fluida e interesante. No conocía la ciudad, hicimos turismo (ella, yo solo actué de cicerone). Le encantó, al menos lo que vimos. Luego, comimos en mi casa y a última hora de la tarde la acompañé a la estación de autobuses para su regreso. Fue un estupendo domingo, sumamente entretenido; reímos bastante y hubo buena sintonía entre ambos. Y eso que no nos conocíamos, o quizá, fue precisamente por eso.
Vuelvo al lunes de la intervención quirúrgica ambulatoria: Naty me recogió a las nueve y cuarto. Nos dirigimos al hospital, donde nos atendieron impecablemente, con diligencia y eficacia. Operaron mi mano dos mujeres jóvenes, que me anestesiaron donde actuarían (me dolieron bastante los pinchazos), no sin antes preguntarme si tenía marcapasos, que no tengo, aunque quizá esté necesitando uno existencial, de quita y pon, pero eso no se lo dije. También si era alérgico a algo, que no, tan solo a mí mismo, pero eso tampoco se lo dije (era inapropiado el chiste). Actuaron.
Todo, al parecer, salió bien.
El informe que me entregaron, según salía por la puerta, dice: Bajo anestesia local con Mepivacaina al 2% se realiza exéresis de lesión en dorso de la mano izquierda. CD con Prolene 4/0. Sin incidencias. Analizarán la extirpación patológica, por si fuera de mala índole, según me dijeron.
En el informe falta que dieran testimonio de que el paciente, es decir, yo, me había portado muy bien, que no había protestado por nada, y tampoco había llorado.
Creí que no me vería afectado en nada, pero a la salida me sentí algo mareado, menos mal que Naty cuidó de mi estabilidad y me dejó perfectamente instalado en mi casa, que también es suya. Por cierto, y a propósito de la casa, me conminó a que la pintáramos, al menos el exterior, porque la fachada está echa un asco. Le dije que no me apetecía; pero me convenció diciéndome que soy un poquito gilipollas (bueno, eso no me lo dijo) porque al fin y al cabo en la casa vivo yo y que sería mejor plan para mí. Tenía razón, claro.
Pase el resto del día desganado y con un Quiste epidérmico roto menos en mi cuerpo. No sé si tendré más.
La Fotografía: Mientras me hacían el zurcido, mantuve una agradable conversación con las dos mujeres que me habían operado, muy amena, aunque breve. La cirujana, al parecer, vive en mi barrio. A pesar de la charla, la costura le quedó aparente y perfecta. De presumir.