EL DÍA DE LOS EPÍLOGOS 25
El capítulo profusamente atendido: Los Días (11). Todo empezó de un modo convulso, con alusiones a un fuerte enfrentamiento mediante mensajería con una mujer que me ha sacado de quicio durante casi un año, lo que no dice nada bueno ni de ella ni de mí. Ella, por no entender en qué consiste el vivir amable y cercano; positivo y feliz; y yo, sencillamente, por imbécil y débil al permitir lo que no tenía que haber sucedido nunca, bajo ningún motivo. El resto de los días, hasta nueve, los he consumido en relatos de poca importancia: idas y venidas; visitas a médicos; encuentros fortuitos; perritos simpáticos; Mi Charlie, naturalmente; referencias de lecturas… En fin, mi vida cotidiana, desprovista de interés o lo contrario: todo el interés del mundo. Depende como se mire.
Los Microviajes (6) dedicados a contar mi visita a vivir y ver el Santo Viernes de Cuenca. Eso estuvo realmente bien, sobre todo las fotografías (los textos, no tanto).
Diario de envejecimiento (1), con la intermediación de Diógenes Laercio, y una fotografía alusiva a la urgencia de la vida; en fin, un poco lo de siempre: envejecer, o tal vez morir conscientemente.
Colección de Misceláneas (3), con La Zaranda como protagonistas absolutos de dos de las entradas; y una más dedicada a glosar con entusiasmo el descubrimiento de una poderosa artista travesti: Camila Sosa Villa, y su novela Las Malas.
Como siempre, las entradas más intensas son las que he dedicado a aspectos con implicaciones existenciales: Diario íntimo (4) relato de necesidades y carencias (sexuales), y de otro orden. También con una alusión al deseo satisfecho (no todo es catástrofe); y Susurros a Mi Móvil (4) que ha sido un feliz reencuentro porque ya hacía un año que no había vuelto. Me lo he pasado muy bien con la escritura de estos días, a partir de mis dictados insomnes a Mi Móvil, con Mi Charlie, como testigo (podría dar fe de mis hemorrágicas confesiones).
Y ya está.
La Fotografía: Integrantes de Las Turbas, en el Santo Viernes de Cuenca. Sí, allí estuve y lo conté en Los Microviajes. Me gusta ese estatismo dramático y atemporal con el que aparecen en esta fotografía, sobre todo porque había una disrupción sensorial entre la aparente serenidad de los semblantes y el endiablado ruido que creaban. Es una de las razones por las que tanto me gusta asistir a ese espectáculo, por el contrapunto y el contraste que generan.
30 ABRIL 2023
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