LOS DÍAS 26
Domingo, treinta de Abril de 2023
… Ella me dijo en un mensaje: “…Es una oportunidad de celebrar la vida…”. Sí, parecía un plan inmediato a compartir. Lo era.
A mí no se me había ocurrido, pero podría entregarme a la propuesta con ganas porque era genial. La objeción, en principio y entre otras, es que tenía un viaje previsto del veintiocho hasta el cuatro de Mayo, pero que no tenía claro que quisiera hacerlo. Además, últimamente, no me siento especialmente dispuesto a compartirme con otra u otras personas. Prefiero la indolencia y el cómodo onanismo que me proporciona tan solo prestarme atención a mí mismo, sin intermediarios ni testigos.
Pero no, que va, suspendí mis negruras y me lancé entusiasmado a la posibilidad.
Mi amiga Carol, llegó a mi ciudad a media mañana y, lo primero, un paseo por el centro, atestado de turistas por todas las calles, anchas (pocas) y estrechas (todas las demás); plazas medio grandes (grandes, grandes, no hay), y pequeñas, muy pequeñas (las demás). Quizá el diseño geográfico, tan desordenado, original e incomprensible de mi ciudad sea lo que más me gusta (otras muchas cosas me interesan menos, sobre todo el careto y el espíritu de los que la habitamos).
Con mi encantadora amiga, durante el día, todo bien. Comida (cociné yo); por la tarde vimos en casa As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, que a mí me parece el director español más interesante desde hace una década. Ya desde su primera película supe que era un director a seguir, necesariamente. Eso he hecho en estos años. Todas sus películas desde esa inicial me han parecido brillantes, a cuál mejor; y la de mayor aliento cinematográfico, esta última. Turbadora, poderosa, áspera, intensa y siempre verdadera. Una historia de seres humanos comprensibles en su grandeza y en su mezquindad, y siempre, de principio a fin, Sorogoyen consigue que te metas en sus vidas sin filtros ni prejuicios, hasta dentro, con crudeza. Dice una de las críticas (todas son elogiosas, con razón):“As bestas convierte la imponente naturaleza en el escenario de una tragedia clásica con aspecto de western ‘fordiano’”. Luis Martínez. Tiene razón en esa apreciación, sin duda.
Luego, algunas cosas más que hicieron que el día continuara siendo especial. Todo estaba saliendo muy bien, sobre todo, teniendo en cuenta que mis sábados suelen ser tan planos, como los martes, por ejemplo. A veces, no me queda más remedio, a pesar de que esté infectado de escepticismo, considerar que la vida tiene su “punto” y sus emociones. En algunos momentos, desde luego que sí.
Luego vuelve la tranquila corriente de los días y días y días ¡la pegajosa normalidad, siempre vuelve! Paro ya porque hoy no me toca quejarme…
La Fotografía: Por la noche, noche; copas y gente. Carol no paró de bailar, y yo de no bailar.