DIARIO ANALÓGICO
LOS OTROS 7.1 (en pareja)
Lunes, quince de Mayo de 2023
Llega un momento que todo lo que tiene que ver con el mundo amoroso, sentimental, sexual, y hasta afectivo en general, deja de tener sentido. Todos estamos ya muy cansados, de todo.
Con los años van desapareciendo las energías, y, desde luego, las que quedan no son para derrocharlas en tonterías.
Las acuciantes preguntas dejan de tener sentido, sencillamente porque además de que las posibles respuestas sean ociosas e innecesarias, la posible experiencia que alumbre esas respuestas de alguien carecería de proyección y sentido de éste para otros. A pesar de la ciencia psicológica y la experiencia humana. Cada caso: un enigma, una experiencia, un corazón y una imposibilidad. Y los cuerpos como depositarios de la verdad última, que serán diferentes a otros cuerpos (no hay dos cuerpos iguales), prueba inequívoca de que las respuestas y las experiencias serán tantas como seres existan.
Nunca sabremos lo suficiente para llevar a buen puerto nuestras vidas (ni falta que hace). La vida: una moneda al aire, y ni así…
“El amor es menos amplio que el deseo. El amor es sólo un territorio de los inmensos campos del deseo, es sólo una parcela de los golden fields, al igual que ocurre con la idolatría y todas las demás pasiones que irán jalonando nuestro recorrido. El amor es en sí mismo un “casamiento”: La acción de dos seres que se “casan”, en cambio “el deseo no se casa con nadie”, como decía Lacan y como viene diciendo Satán desde el origen del tiempo. Puede que el deseo sea lo más irreductible del ser, lo más incansable del ser, y sólo en sujetos de muy buen conformar el deseo puede coincidir con su realidad, pues es característica del deseo no casar de verdad con nada o casi nada que pertenezca a la realidad”. Jesús Ferrero
La Fotografía: Probablemente fueron en torno a diez años los que tuve relación con este hombre y su mujer (foto de mañana); eso sí, tan solo en noches de ocio en fin de semana (lo que quiere decir que nos conocimos poco). Nunca intercambiamos confidencias y verdadero afecto. A lo sumo, algo de empatía y unas pocas “gracietas” y eso que yo no he contado un chiste en toda mi vida; él, creo que tampoco, prueba irrefutable de que nuestra relación no se sustentaba en nada digno de mención (quizá, tan solo, en que ninguno contábamos chistes, aunque él era más gracioso que yo). Lo que sí recuerdo de este hombre es su buen carácter por la noche (por el día no lo conocí), y que era atento y generoso.