COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 31.1
Doce de junio de dos mil veintitrés
A finales del mes de mayo realicé un viaje que no sé si calificar como provechoso o innecesario. Lo que sí sé es que no será imborrable, salvo porque lo escribo en este diario. No obstante, también lo será, sin duda, solo que un poco más tarde, porque siempre podría rememorarlo en caso necesario. Que no creo.
Dice Safranski: “Tal vez la escritura no sea otra cosa que el placer y la capacidad de utilizar de manera creativa la propia idiosincrasia”.
Eso intento hacer yo, y además hago fotos, por si la escritura no me saliera bien, y viceversa.
Sobre el viaje conté todo lo que entendí que era susceptible y de interés poner por escrito. Pero, fotografías hice algunas más y me han sobrado.
Lo de las palabras lo arreglo extendiendo la escritura, pero eso no puedo hacerlo con las fotos: un día, una foto. No hay otra posibilidad.
Las únicas que me apetece recuperar del olvido son algunas de las que realicé en Fort Bravo, en el desierto de Tabernas, Almería. Sencillamente, porque me gusta mucho ese lugar, dado las reminiscencias de tantos momentos placenteros viendo películas del Oeste. Cuánto echo de menos ese cine, que ya no se hace, o al menos como se hacía antes…
La Fotografía: Fort Bravo, Desierto de Tabernas, Almería.
El bueno, el feo y el malo (1966), de Sergio Leone.
«El mundo se divide en dos categorías: los que tienen el revólver cargado y los que cavan. Tú cavas». Rubio (Clint Eastwood), a Tuco (Eli Wallach).