EL DÍA DE LOS EPÍLOGOS 32
Dulce Noviembre (creo recordar que era el título de una película de los años 60, que me gustó entonces): hasta el día veinte, más o menos, todo parecía que terminaría bien, sin demasiadas convulsiones existenciales, pero resultó que no, que los últimos diez días el relato derivó, sin darme cuenta, a confesiones serias y trascendentes. Todo ello bajo el capítulo de Diario Íntimo (13). Las tres primeras, en el comienzo de mes, las dediqué a matices varios de mi vivir soso. Sin embargo, el último tercio del mes, me he puesto serio e intensísimo y he relatado los matices más crudos de ese vivir incoloro, que quizá no lo sea tanto. Y, de esos diez días, seis a contar resumidamente la historia de mi familia (seis generaciones, desde el comienzo del siglo XX) y del inconveniente de haber nacido, según la certera interpretación de Emile Cioran, del hecho de nacer. He quedado sumamente satisfecho con el resultado, porque finalmente se hizo la luz o el milagro se produjo.
El otro apartado importante del mes lo he dedicado al relato del viaje de septiembre (12), que comprende dos días, desde Salamanca a Valladolid. Creo haber conseguido una cierta madurez y tranquila satisfacción en los viajes en solitario.
Visité, sobre todo, pequeñas ciudades y capitales, y en ellas catedrales, colegiatas, museos sacros, monasterios semirruinosos, castillos, museos de arte moderno y he callejeado hasta la extenuación por ciudades monumentales antiguas. Prefiero el turismo urbano al de naturaleza, sin duda. Todavía me quedan dos días de viaje más, pero lo contaré en Diciembre.
Colección de Misceláneas (2), lo he dedicado a los desastres, no de la guerra, sino de la política que tienen un alcance bélico, diría, dado el absurdo despropósito y repercusión que tendrá el gobernante que tenemos y tendremos. Como dijo Cicerón refiriéndose a Catilina y que es perfectamente aplicable a nuestro canallita local: ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuándo acabará esta desenfrenada osadía tuya?
Los Días (2), una, a contar mi deambular por un fin de semana sin Mi Charlie, pero, sin significación en especial, salvo tomar fotos de una exposición de monstruos. Sin embargo, la otra entrada si tuvo más enjundia porque la dediqué a una presentación de un libro a la que asistí. Eso fue especial porque a esas cosas no voy nunca.
La Fotografía: No sé quién fue este individuo tan gesticulante encontrado en algún templo o museo sacro, ni lo que celebra o lamenta, tampoco sé si lo que hace es pedir ayuda, o llamar la atención, o es un entregado entusiasta a alguna causa, que a juzgar por el lugar en que se encontraba, unido a esa especie de saya, hábito o dalmática, o yo qué sé, debía ser causa mayor relacionada con creencias o con su mismo Dios. A mí, simplemente, me llamó la atención su histrionismo, fotografié y olvidé. En mi pequeño viaje realizado en el noveno mes, presté más atención de lo habitual a la imaginaría; por un lado porque fue lo que más vi, y por otro, porque esos personajes, generalmente atrapados en un dolor trágico y trascendente pueden ser genuina materia metafórica. Ahora, en la medida que me alejo de la vida real, activa y sensorial, me acerco, inexorablemente a la vida metafórica.