LOS DÍAS 86
Sábado, treinta de diciembre de 2023
“No deseo nada del pasado. Ya no cuento con el futuro. El presente me basta. Soy un hombre feliz, pues he renunciado a la felicidad”. Jules Renard
Los últimos años, en estos días y siguiendo la corriente universal de fijar los buenos propósitos para el nuevo año, yo también lo hice escribiendo una entrada, tontamente. Para nada porque nunca se cumplían los propósitos. Eran tonterías que hice, aunque en tono irónico. Este año, no más propósitos, ni buenos, ni malos ni de ningún otro orden ¡¡¡a la mierda, con eso!!!
Salvo uno, que ya se verá si cumplo: no me referiré más a mi edad en este diario. He decidido instalarme en un tiempo indefinido, atemporal más bien. Al carajo con eso también, a hacer puñetas con la dichosa era septuagenaria, por obvia, poco artística y estúpidamente morbosa. Masoquista. Ni siquiera como sucio hiperrealismo visceral sirve. No, no es para mí placentero regodearme en mis lloriqueos de la edad porque, encima, no puedo echar la culpa a nadie del disgusto. Y, sobre todo, porque no vivo como un jodido e infeliz viejo.
Lo dicho no quiere decir que me convierta en un desorientado optimista (“Un sabio optimista o no es tan sabio o es un impostor”. Karmelo Iribarren), sí, al más puro y mirífico estilo Oliver Sacks: “No considero la vejez una época cada vez más sórdida que uno tiene que soportar e ir trampeando como puede, sino una época de ocio y libertad, en la que te ves emancipado de las artificiosas urgencias de años anteriores, y esa libertad me permite explorar cuanto se me antoja, e integrar los pensamientos y sentimientos de toda una vida. Estoy impaciente por cumplir los ochenta”. (murió a los 82).
Los últimos quince días y de modo intermitente he pensado en cómo me gustaría que fuera el diario de este año, pero no he alcanzado ninguna idea de ayuda. Me conformo con completar un año más (366 entradas, este año es bisiesto), lo que significará que lo he vivido como puedo y como quiero, nada menos. Aunque una cosa es la vida y otra cómo se cuente (casi prefiero contarla bien a vivirla bien). Lo importante es el impulso, el motor, el aliento, las energías que alimenten la máquina del cuerpo y de verdad, ahora, no sé cómo me irá, cómo funcionarán mis mecanismos físicos. Hasta ahí no llego. No sé…
La Fotografía: Caracterización de un hombre como el que describe Jules Renard, en la cita de apertura de la entrada, pero un poco más tonto. Creo que los tiros apuntan en esa dirección.