EL DÍA DE LOS EPÍLOGOS 33
Termina el año. No, no haré hoy un resumen de cómo me ha ido (ya veré si lo hago en otro momento). En cuanto al que empieza mañana, nada sé, pero lo adivino todo, podría describirlo hasta por estaciones, pero tampoco lo haré.
No sé si el invento del diario me dará para llegar a un día como hoy, pero de dos mil veinticuatro. Al menos, creo, que para el primer mes sí (o no). Ahora todo pende de un hilo. Otro hito será el trece de marzo, en el que el diario cumplirá veinte años y siete mil trescientas seis entradas. Con eso me conformaría.
En cuanto a este mes he terminado el relato del Diario de viaje (11), que hice en Septiembre. Me ha gustado como ha quedado el cuentecito.
Los días (15), como siempre, ha sido un cajón de sastre en el que he acomodado diversas cosas: la visita de mi amigo Ángel, la mía a un Museo de mi ciudad; un encuentro con una gigantona que se parecía a Díaz Ayuso; una conferencia de inspiración freudiana; una reflexión sobre mi manera de escribir este diario; el final de las navidades anuales; sobre la felicidad y el hermafroditismo; o de leves propósitos para el próximo año. Lo mismo se me ha olvidado mencionar alguna.
Colección de Misceláneas (1), sobre el drama que ahora está sucediendo en España en este tiempo de crisis y desmoronamiento de la arquitectura del estado de estas últimas décadas.
Monólogos de arte (1), sobre una exposición más de Pablo Picasso.
Diario íntimo (2) Un relato sobre una más que posible depresión que sufrí un domingo por la tarde, acompañada de una crisis de ansiedad. A lo largo del mes no ha vuelto a sucederme por lo que pienso que no soy un depresivo fijo, sino que tan solo fue un hecho episódico, pero aun así da un poco de miedo. En la otra entrada, ya hacía final de mes hablo de la imposible felicidad porque no puedo compartirla con nadie, en caso de que la tuviera, como dice, Jon Krakauer: “La felicidad solo es real cuando se comparte”.
La Fotografía: Belleza en estado puro: un cuerpo perfecto en posición de suma tensión muscular donde se concentra toda la belleza que el género humano ha sido capaz de cultivar en su historia, eso sí la obra es de hace dos mil años: Gladiador de la Villa Borghese, atribuida a Agasio de Éfeso (s I a.C.), vaciado fotografiado en el Museo Nacional de Escultura, de Valladolid.