LOS DÍAS 2
Un día después…
Martes, dos de enero de 2024
“Nunca somos tan felices ni tan desdichados como creemos”. François de La Rochefoucauld
Ya pasó todo. A partir de hoy, el vasto territorio que constituye el año, de amplias zonas desérticas, se abre ante mí. Procuraré escuchar cosas buenas y positivas, como lo que dice Joseph Campbell «No sé lo que es el ser y tampoco sé lo que es la conciencia, pero sí sé lo que es la felicidad. Es esa sensación profunda de estar presente, de hacer lo que tenemos que hacer para ser nosotros mismos. Y eso es algo que podemos hacer en cualquier momento, ahora mismo, nos hallamos ya al borde de lo trascendente».
Parece autoayuda ¿a qué sí? Pues sí… la verdad es que a este autor no lo conozco apenas… pero ante valores incuestionables y positivos que se puede hacer, nada, decir que sí y luego apañártelas como puedas. Sospecho que todo este asunto del positivismo es una insuperable majadería que solo sirve para sonreír levemente y ya está. Y, luego ponerme a hacer las cosas de todos los días con la desgana de todos los días, porque superhéroe no soy, ni mucho menos.
Podemos constituirnos por lo que hacemos, sobre todo; pero también por lo que no, y en este caso las navidades me han servido para perfilarme a partir de lo que no he hecho: celebrar las navidades.
Pero, y ahora, sin navidades ¿a ver qué hago? La gente suele decir que tienen ganas que las navidades pasen (probablemente antes querían que llegaran). Yo, ni una cosa ni otra. Lo que sí sé es que ahora tengo que buscar algún referente con el que medirme y palparme. No será fácil, de hecho no lo es, sobre todo cuando ya te da todo un poco igual.
Intuyo que este año será algo diferente para mí. Me haré el sobrio buscando un grado de solidez emocional en mi manera de estar en el mundo, que no sé si tengo; o dicho de otro modo, no buscaré a nadie sobre todo si son personas desconocidas, seré autosuficiente, como un clon de mí mismo, me digo, pero en versión estable y compacta. Como metálico o plástico que para el caso es lo mismo. Como si fuera inasequible a todas las debilidades, o dicho de otro modo, como si fuera capaz de vivir a la intemperie sin pestañear siquiera. No sé, no sé, ya veremos qué tal se me da.
“…Seguro que te has despertado una mañana y te has dado cuenta de que ya no necesitabas la felicidad ni el amor para estar razonablemente vivo. Es un alivio, es tan fácil como alargar la mano y apagar la radio”. Antonio Muñoz Molina
La Fotografía: De la intemperie, invernal además, porque así será este año, completo; y ahí, justamente ahí, en el centro mismo, yo, desabrigado, sin emitir palabra alguna pero con el aplomo, dignidad y la elegancia de un personaje casi convertido ya en materia inaprensible.