DIARIO ÍNTIMO 90.1
Me estaba dejando la vida detrás…
Martes, dieciséis de enero de 2023
Como los últimos días me he puesto muy estupendo con la mística de El Greco y la antigua ambigüedad cultural y discontinua de mi ciudad (ahora ya no, ahora ya no sé si hay algo que la caracterice, aparte de las vistas panorámicas); e incluso reflexiones ideológicas; me he dejado atrás la vida.
No es que me ocurran muchas cosas dignas de mención, pero este diario no es la crónica del héroe en pleno regreso a Ítaca, acechado por mil peligros y perversas sirenas; no, que va, esto va de crónicas de un tipo absolutamente corriente, pero único (todos lo somos).
Qué es lo que me ha ocurrido desde la última entrada (entre el diez o doce de enero, según se mire, hasta ahora), nada en especial, veamos:
Conté que hablé con una mujer a partir de un saludo en la página de contactos sentimentales (que no sexuales, y eso no está mal del todo ya que las mujeres en estos sitios además de mudas y sosas, no me resultan deseables). Bien, como telefónicamente no había ido mal del todo el contacto, quedamos para vernos el once (jueves). Nos vimos. Aparcamos nuestros flácidos y decadentes cuerpos en una especie de cervecería-restaurante-cafetería, durante casi dos horas. No, no hubo una fascinación súbita, una atracción irresistible que nos empujara a buscar un cuarto y una cama en la que nos lamiéramos y comiéramos el uno al otro. Físicamente, una previsible decepción, supongo que mutua; y culturalmente peor todavía. Cero sintonía. A partir de las dichosas e inútiles páginas de contactos resultan incómodos los acercamientos; y más si cabe los alejamientos. Nunca sabes muy bien cómo organizar la despedida sin generar algún tipo de tensión ¡¡¡menuda mierda, las citas a ciegas!!!
¿Para qué estos pedaleos desesperados para no llegar a ningún sitio? No me contesto porque es tan absurdo que no merece la pena dedicar ni un solo minuto al asunto.
El día siguiente, viernes???; Ah sí, día de museos y frío extremo, pero eso ya lo he contado.
Sábado: recogí a Mi Charlie, paseo y en el silencio de mi casa el resto del día…
Se me pasó por la cabeza ir a tomar una copa por la noche, pero como no hubiera ido sonámbulo habría sido imposible, ya que a las once dormía apaciblemente en la sala de la tele, luego a la cama, tanteando las paredes, soñando, claro…
La Fotografía: Prototipo joven de una mujer como la de las páginas de contactos; pero que a mí ya me tocaría la versión madura, tirando a vieja. Y, por si fuera poco el contratiempo, esa mujer sería temerosa, invisible y muda, y lo que es peor si cabe, sin sentido del humor. Estoy a punto de rendirme por impotencia e inanición, pero sin dejarme morir todavía.