DIARIO DE ENVEJECIMIENTO LVII
Reflexiones sobre la supervivencia con y sin causa (3)
Jueves, veinticinco de enero de dos mil veinticuatro
… Sigo con José Antonio Marina y con El deseo interminable:
“La psicología ha elaborado catálogos de las necesidades y deseos humanos. Uno de los más conocidos es el de Abraham Maslow. Este famoso investigador presentó una pirámide de intereses. En primer lugar, situaba las necesidades fisiológicas, básicas para la supervivencia: mantener la homeostasis, la respiración, el sueño, la sexualidad. Si estas necesidades no se ven satisfechas, la persona no siente la motivación ni la fuerza necesaria para satisfacer otras necesidades. En el nivel siguiente está el deseo de seguridad, es decir, de eliminar el miedo. Relacionado con el anterior está la necesidad de afiliación, de pertenecer a un grupo, de rechazo a la soledad. El nivel siguiente es la necesidad de reconocimiento, que Maslow relaciona con la necesidad de autoestima, de prestigio social, de distinción, de respeto. Por último, en la cumbre de la pirámide, se encuentra la necesidad de autorrealización, de un sentimiento de satisfacción con uno mismo, de eficacia y competencia”.
También dice Marina, más adelante, que Maslow es excesivamente categórico. Puede que sí, que peque de esquematismo. Por ejemplo, se me ocurre, en lo que se refiere a la sexualidad: en esta necesidad se mezclan deseos y sentimientos que la complejizan porque se mezclan motivaciones y elementos circunstanciales orgánicos. Cuando Maslow estableció esta pirámide seguro que no pensaba en los viejos porque habría sido otra.
Los viejos somos naturalezas aparte, grupo social que solo estorba, y que los jóvenes se empeñan en simplificar con la aberrante denominación de “nuestros mayores”, en aparente simulación de “respeto” que nunca lo es, todo lo contrario, es discriminatorio, como si ya solo fuéramos material de desecho. Y una puta mierda, diría yo, por mí se pueden ir los que eso dicen al puto infierno.
No obstante, como punto de partida para un análisis básico en lo que se refiere a mí, la estructura de Maslow, me sirve para ubicarme más o menos y dibujar el mapa de mi constitución sensible y localización de puntos críticos.
En cuanto a los aspectos básicos: me acompaña la salud y no parece que la homeostasis me suponga un problema. No así la sexualidad que es inexistente, pero empiezo a asumir tortuosamente que en la vejez es prescindible. A partir de ahí, todo está razonablemente bien colocado.
En cuanto al segundo nivel: no estoy asustado y necesidad de afiliación no siento. Todo bien por este lado. Claro, por el momento.
Reconocimiento: tampoco siento carencias de modo lacerante. Sí, soy consciente de la importancia del reconocimiento y de la autoestima; pero con la autoestima ya me las arreglo yo como puedo porque entiendo que solo depende de mí. Tampoco en este aspecto creo sufrir demasiado.
Y por último, lo que vendría a ser la autorrealización, es lo que menos me preocupa porque en eso trabajo satisfactoriamente todos los días. A veces hasta me aplaudo y esbozo algunos tímidos pasos de baile cuando creo que acierto en algo (por ejemplo, después de la jornada de trabajo, cuando me preparo la cena, bailo todos los días).
No me queda otra que darme de alta y abandonar la silla de ruedas existencial y vivir contento todas las horas del día y de la noche.
Los últimos desalientos que he sufrido no estaban fundados, me parece. Es la cultura un importante e imprescindible sostén existencial.
Aunque, nunca nada es tan sencillo… sigo mañana…
La Fotografía: Caracterización de hombre que ha alcanzado alguna clase de lucidez, pero que ha perdido vista. El velo en los ojos, tan terapéutico, le permite una neutralidad vital que mejora la calidad de su vida cotidiana, aunque ya no vea a las mujeres hermosas (así evita desearlas y sufrir).