EL DÍA DE LOS EPÍLOGOS 34
Los Días (19), como siempre, de todo un poco, desde un cuento navideño a comienzos de mes, sin comienzo ni desenlace, solo nudo gordiano, como son las navidades, un lío inextricable que es mejor cortar que deshacer (Alejandro Magno); solución por la que yo he optado. Siete de las entradas de este capítulo dedicadas a El Greco; el Alcázar de Toledo; Gregorio Marañón; al misticismo y el puritanismo, al austero renacimiento español y hasta reflexiones políticas donde dejo bastante claro que mi alma de ahora y desde hace mucho tiempo ya, en lo que ideológicamente se refiere es liberal, sin sombra de duda (vía objetivista, a lo Ayn Rand); pero eso ya lo sabía este diario. En este apartado, como siempre, hablo de contingencias cotidianas y de cine y literatura, y otros aspectos de mi vida franciscana, como, por ejemplo comer cocido y ejercer de santo junto con mi amigo Ángel. Ah, y un estupendo día más, ya casi con el control cerrado, mi experiencia lisérgica en un quirófano.
Diario íntimo (3+2); el grupo de tres lo dedico exclusivamente a un relato en indirecta clave teatral en el que cuento la estafa (nada material, en eso fue gratis, en lo demás catastrófica), de la que fui victima por una mujer tóxica. Según sus alterados valores, y así me lo dijo, el estafado es el único culpable por haberse dejado estafar; siguiendo esa lógica el asesinado es el culpable por lo mismo, y nunca el asesino por lo que habría que vaciar las cárceles de delincuentes, estafadores y asesinos y meter en ella a las víctimas, por tontos, lo que sin duda fui yo para ella. El problema del mal no es solo su sinsentido; sino, también, que los malos son banales y profundamente imbéciles porque destrozan su vida y la hacen imposible alrededor: convierten el espacio que ocupan en tierra quemada. Dos días más a las No relaciones amorosas de mi vida y a cuestiones varias: médicos (urólogo y aparato digestivo) y anotaciones literarias.
Diario de envejecimiento (4), capítulo nuclear de este mes. He dejado atrás el lamento por algo que no tiene solución; la cuestión es: ¿puedo hacer algo para eliminar esa circunstancia de mi vida? No, pues a otra cosa. Estas cuatro entradas son las que más me gustan del mes porque están preñadas de lo mejor que yo puedo dar de mí ahora.
Y, por último, Los Microviajes (2) a Madrid. Teatro, Lautaro Perotti (autor y director); Carmen Machi, intérprete carismática y dos chicos jóvenes. Luego, amigos con los que cené y local de copas habitual, donde somos como de la casa.
La Fotografía: Del alma del bosque, que en mi entorno se ha quedado en pinar (por aquí no tenemos bosques). Es la mejor foto posible para el primer mes del año, que ha resultado complicado por la naturaleza de las entradas, que han ido desde una ensoñación malvada hasta una especie de transustanciación manierista de la mano y espíritu pictórico de El Greco. Todo eso es esta fotografía: pura espiritualidad y también pesadilla.