COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 41.1
“Se crean enormes problemas cuando los errores humanos se cometen en la escala de un superhéroe… Los héroes son un dolor, los superhéroes son una catástrofe. Los errores de los superhéroes nos llevan a la mayoría al desastre”. Frank Herbert (autor de la novela)
Domingo, tres de marzo de dos mil veinticuatro
La cita de Herbert, como se puede ver claramente está enunciada por un idealista, sí, de los que creen en algo y te lo repiten hasta el hastío durante toda su vida (no suelen cambiar de opinión nunca), incluso galácticamente como este creyente; y luego se mueren. Ya está, fin de la historia.
A ver, no quiero decir que yo esté a favor de los superhéroes, no, qué va, yo no estoy a favor de nada de nada. Tan solo estoy en contra de los pesados (todos los creyentes lo son).
Dije ayer que hablaría de la película que vi el viernes por la noche, de la que tomé imágenes, Dune (2021), de Denis Villeneuve (ya se ha estrenado la segunda entrega, y por lo visto el realizador está decidido a extender su mundo galáctico a la tercera).
Todavía no sé si me gustó o no. Sí, determinados pasajes o momentos en los que las imágenes y la realización alcanzaron para mí el grado de fascinantes. No soy amante de la ciencia ficción cinematográfica; aunque nada tengo contra ese género, es más, plásticamente me parece espectacular. Fue una de las razones por las que elegí ver la película. Pero, tengo un problema con las tramas una vez que cierro la boca que he abierto por el asombro de lo que me ofrece la pantalla y que no es otro que me desentiendo de lo que me cuentan. Apenas me interesa. Ni siquiera en el plano metafórico a pesar de que me gusten las metáforas (yo mismo soy algo así, pero de la decadencia).
¿Y que me contaron la otra noche? Que en el año 10191, existía un planeta llamado Caladan, muy similar a la Tierra, gobernado por la casa de los Atreides (que son los buenos y protagonistas), además de descendientes del héroe griego Agamenón. Luego los Atreides y nosotros, los humanos, como si fuéramos primos. También hay otro planeta llamado Arrakis, habitado por los Fermen (estos son muy buenos, tienen unas indumentarias muy llamativas tipo berebere y además son ecologistas). Están gobernados por la familia Harkonen. Tienen desiertos sobrecogedores por su belleza y una valiosísima especia, la melange, que prolifera entre la arena. También unos peligrosos gusanos que comen de todo (hasta cosechadoras de la especia monstruosamente grandes).
El duque Leto Atreides dejó Caladan para trasladarse con sus gentes al planeta desértico Arrakis, para asumir la extracción de su tesoro, bajo las órdenes del emperador que al parecer está por encima de todos. En realidad, creí entender que se trataba de una maniobra política para controlar a los Atreides y su planeta. Creo que de eso va la película, si es que me enteré de algo, porque fácil no es.
En realidad, lo más importante no es la trama política porque al fin y al cabo es lo de siempre: lucha por el poder, eterno asunto entre seres racionales (también los animales funcionan así).
Ah, se me olvidaba, los críticos en general tuvieron un orgasmo con esta película; salvo Carlos Boyero, que lo que tuvo fue un ataque de tedio. Entiendo a este crítico, aunque yo todavía no sé si me gustó o no. A mí también me acometió a ratos el aburrimiento, porque, además, el metraje es condenadamente largo.
Seguiré mañana porque lo que acabo de escribir me ha fatigado muchísimo…
La Fotografía: Este joven tan guapo e interesante es el heredero de la casa de los Atreides, luego protagonista de la película, lo quiera o no. Se da la curiosa circunstancia que su abuelo el Viejo Duque Paulus Atreides, fue muy querido por su gente por su afición a luchar contra toros de Salusa, que tenían un chip en el centro de sus dos cabezas para ayudar a los toreros en la suerte de entrar a matar!!! (versión futurista de los que habitan ahora en las dehesas ibéricas); o dicho de otro modo, el viejo Atreides fue torero. En la película aparece un retrato pictórico del viejo vestido de luces. También una escultura de un torero dando una verónica y los cuernos de un toro colocados en una pared. Me intrigaron esas imágenes tan asombrosas en la era de los antitaurinos y el día siguiente busqué en internet lo aparentemente inexplicable y políticamente incorrecto. Teniendo en cuenta que los orígenes de los Atreiedes se ubican en el mediterráneo (Menelao y Agamenón), se entiende el misterio; aunque los orígenes del torero galáctico se explicarían mejor si su ancestro hubiera sido Curro Romero, o Domingo Ortega, que era toledano.