LOS DÍAS 25
A veces, la sensación feliz es plena y total. La felicidad puede existir, sin duda, y, a ser posible sin tener que recurrir a nadie que la acompañe y mucho menos que la fundamente…
Domingo, diecisiete de marzo de dos mil veinticuatro
Ayer, sábado, no hicimos nada propio de fin de semana. Caminamos como siempre hasta media mañana; por la tarde estuvimos en el estudio; por la noche un partido de fútbol (ganado) y un capítulo de una serie de intriga criminal. A las once a la cama ¡sábado de fiesta sin estruendosa alegría!
Esta es nuestra vida conforme y tranquila.
Hoy, domingo, sesión doble, de fin de semana. Llegamos al campo que nos interesaba a las nueve. También es un enorme plató donde fotografiar. Brillaba el sol y los amarillos rabanillos. Olía a flores, hierba fresca y a primavera incipiente.
Mi Charlie, que entiende perfectamente estas incursiones, enseguida se entrega a sus pasiones, a lo suyo, que no es otra cosa que correr muy excitado en las inmediaciones de donde hayamos parado. Yo, por mi lado, también me dediqué a lo mío, con gusto y placer.
En esas respectivas actividades hemos empleado dos horas y luego nos hemos ido a dar un largo paseo entre flores y altas hierbas. He ido oyendo un libro de entrevistas de ficción a filósofos titulado Philosophers (respuestas inmortales a preguntas de hoy), de Miguel Ángel Robles, en el que realiza entrevistas creativas a partir del corpus filosófico de autores, todos ellos importantes y trascendentes de la historia de la filosofía.
Ejemplo de lectura oída hoy por la mañana, de una respuesta de Arthur Schopenhauer:
“…La vida no es para ser disfrutada sino para sobreponerse a ella. El necio persigue los placeres de la vida y termina engañado; el sabio evita los pesares. Si a un estado sin dolor se une la ausencia de aburrimiento la felicidad terrenal habrá sido alcanzada en lo fundamental, pues todo lo demás es quimera. Venimos al mundo con anhelos de gozo y la insensata esperanza de satisfacerlos, sin embargo, pronto aparece el destino y nos enseña que nada es nuestro y todo suyo. El medio más idóneo para no ser muy infeliz es no pretender ser muy feliz…”.
En la mañana no hubo dolor, solo fotos, sol y flores; luego nada de aburrimiento. La felicidad terrenal había sido alcanzada, tanto para Mi Charlie como para mí. Autosuficiencia y nada de tristeza.
Entrábamos en casa a la una y media. Aperitivo, después comida y, a continuación, descanso a pleno placer. La tarde: escribir y revelar las fotos de la mañana. Todo fue bien también por la tarde.
La Fotografía: La visita de un aristócrata del buen vivir al centro mismo de la naturaleza primaveral.