7 ABRIL 2024

© 2016 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2016
Localizacion
Alba Iulia, (Rumanía)
Soporte de imagen
-120 ILFORD SFX 200 (100)
Fecha de diario
2024-04-07
Referencia
1464

CENA RARA 1.1
“Somos seres sociales: sin los ojos de los demás no existimos”. Manuel Vilas
Lunes, veinticinco de marzo de 2024

Ahora, en estos días, estoy viviendo con plena consciencia el establecimiento de mi residencia definitiva en el campo marchito de la soledad. Sí, antes o después tenía que llegar ese momento (vengo aclimatándome a la atmósfera de ese desolado planeta desde hace dos años, más o menos).
A medida que iba aproximándome observaba que el paisaje iba resecándose. Las praderas vivenciales empezaban a escasear y aunque no había llegado todavía al páramo inhóspito el silencio se espesaba y nubes de polvo tremolaban en el horizonte.
Todos los indicios indicaban que el silencio total caería pronto.
Sin embargo, aún me quedaban algunas fuerzas para resistir. Sería el último impulso de un héroe banal que nunca se da por vencido del todo.
En el éxodo del mundo real lo único que podía hacer para aguantar la travesía a ninguna parte, era unirme a otros refugiados como yo y seguir avanzando, apoyándonos los unos en los otros.
Algo parecido debía de estar soñando en la somnolencia del sesteo de primera hora de la tarde, hace unos días, cuando me encontré con un titular de prensa que me costó enfocar en el que informaban del inicio de actividad de un sitio web radicado en muchos países occidentales, en el que ofrecen un servicio de organización de cenas entre desconocidos.
El propósito, según medio vi, era el de ofrecer un servicio de ayuda a los aquejados de soledad (casi todo el mundo lo está), para socializar con desconocidos y no necesariamente para ligar, aunque eso nunca esté descartado porque es la pura naturaleza humana la que manda (paradoja: la naturaleza ya está en fuga a cierta edad). Enseguida entendí que se trataba de una sofisticada y puede que ridícula alternativa al fraudulento y decepcionante vacío que provocaban las páginas de contactos virtuales, territorio donde medran estúpidamente gentes cobardes y desaprensivas.
Me sedujo la idea porque a los desesperados nos vale cualquier cosa; pero sobre todo, lo que me atrajo es que era una opción analógica al tenebroso y frustrante mundo virtual.
No lo dudé un momento, a priori nada tenía que perder, salvo los 50 € de una suscripción por tres meses (como no tenía ese dinero, me lo presté). La adhesión al asunto me permitía asistir a una cena semanal, todos los miércoles a las nueve de la noche. Eso suponía doce cenas (no obligatorias, por supuesto) que no prometían la dicha y aseguraban la ruina.
En estos casos puede haber una resistencia mayor que el dinero; y es la de reconocer estar colgado y más solo que la una (contingencia frecuente a partir de la cincuentena, que arreglo no tiene). Ese reconocimiento no me supone ningún problema: exhibo mis carencias sin pudor en aras de mantener gallardamente mi verdad actual sin complejos. Ya solo me queda eso, la confesión displicente que me otorga autoridad moral. O al menos así lo siento.
Solo me faltaba discurrir por la vida disfrazado de lo no soy y de lo que no tengo, escondiéndome medrosamente, además.
-Tengo que probar- me dije…
La Fotografía: Recreación de una comida (que no cena) a la que, en mi fuero interno, no había llegado ningún comensal todavía, salvo yo…

Pepe Fuentes ·