LOS DÍAS 33 y 5
“Mientras ando por mi vida tiro fotos”. Alberto García Alix
Domingo, siete de abril de dos mil veinticuatro
… La mañana estaba funcionando increíblemente bien. La luz, inspiradora; mis fotos seguro que eran buenas, y en el colmo de la satisfacción, me sentía pleno de soledad bien llevada.
De Cristo Vivo, a La Divergente (cooperativa alternativa, en la que estuve el día anterior), a poco más de quinientos metros. Es lo bueno de mi ciudad, que lo tengo todo a mano. Había concierto de Rock de veteranos. Lo primero que hice fue tomarme una cerveza y un pincho de tortilla. Así, tan contento como estaba.
A los rockeros (Loco Moretti), se les averió el bombo de la batería y tuvieron que emplearse en arreglarlo, me parece que utilizaron esparadrapo para tapar la brecha o algo parecido.
Después de la tortilla, me dediqué a dar una vuelta por el local y un tipo apoyado en la barra me saludó por mi nombre y me dije: -adiós, un conocido, con esto no contaba, y ahora qué hago? (yo salgo de mi casa completamente persuadido de que nadie me reconocerá ni nadie me saludará), me acerqué y lo saludé dándole la mano como si no lo conociera (en ese momento no sabía quién era). Coño, me dije sobresaltado, si es mi vecino de enfrente. Me turbó mucho el encuentro porque me remitió a lo volado que voy por el mundo.
Como los Loco Moretti, no terminaban de estar listos y la charla casual con mi vecino se acabó enseguida, me largué.
Al llegar a la plaza principal, con la cámara colgada al hombro, me dije: -tío, pareces un turista- pues sí, y además me gustaba como turista, así que para celebrar la buena mañana que estaba pasando, decidí homenajearme y comprarme, como haría cualquier visitante, un cuarto de kilo de mazapán en figuritas, que tanto me gustan. Tomé dos de postre, en mi casa ya.
La Fotografía: Momentos previos al concierto que no escucharía. ¿El tipo del primer plano de la foto… ? Yo qué sé, no lo conocía.