CENA RARA 2.2
“Solo hay dos errores que se pueden cometer en el camino hacia la verdad: no empezar y no llegar hasta el final”. Buda
Jueves, veintitrés de mayo de dos mil veinticuatro
… Las asistentes a la cena, ambas, creo que vivían bien pertrechadas en su torre y con los recursos suficientes para aguantar largos asedios, aunque estos seguramente no se producirían porque habían pactado con el mundo exterior y consigo mismas. Creo que estas buenas condiciones se dan especialmente entre las mujeres, mientras los hombres solemos estar más desprotegidos ante las pandemias y las contrariedades. Al menos, a mí, me pasa.
La primera que conocí y que tenía situada enfrente, al parecer había tenido una educación cosmopolita (hablaba varios idiomas y tenía ascendiente directo alemán), hacía treinta años que se había separado (la otra, la que se sentaba a mí lado, igual). Ambas se manejaban con equilibrio en lo que parecía una vida sin sexo (eso lo supongo) y sin amoríos (experiencia superada). O al menos, de lo que dijeron no se traslucía ningún problema sentimental en sus vidas.
Solo iban a estas cenas para pasar el rato entretenidas, ahuyentar el aburrimiento y encontrar risa y buen ambiente. Solo eso, y no es poco. El hombre negro, bastante tenía con lo suyo (y yo, también).
Quedaba el hombre sabio. ¿Por qué lo era? Porque hablaba poco y quedo; porque reflexionaba antes de hablar; porque era extremadamente cortés y respetuoso, y a pesar de esos condicionantes de estilo, tenía un agudo sentido del humor.
Porque había leído la biblia (lo dijo, y no me cupo ninguna duda), yo no, por lo que nunca podría alcanzar su nivel; porque con su bagaje bíblico se había adentrado en filosofías y religiones orientales, especialmente el budismo (no recuerdo si tibetano o zen). Con la mezcla de ambos profundos conocimientos había creado para sí, una manera de ser y estar sumamente interesante, mesurada y sabia y no por eso pusilánime o rígida.
A lo largo de la noche nos sugirió determinadas técnicas o principios budistas que podían contribuir a la paz y autoafirmación. De este hombre me ha llegado un concepto sumamente sugestivo: -ventana de tolerancia emocional- y la importancia de utilizar la meditación, por ejemplo, para alcanzar una cierta paz y equilibrio. Todo lo decía con suavidad y sin ninguna prepotencia. Merecía toda la consideración del mundo.
Fue un gusto conocer a ese hombre, que desde el principio supe que no podía fallar. La presencia más interesante de la noche, desde el primer minuto.
Pensaba acabar hoy el cuento, pero creo que da para un día más. Sigo mañana…
La Fotografía: El panorama se estaba oscureciendo. Empecé a prolongar mis silencios y a desentenderme un poco de la ceremonia de confusión que son estos encuentros tan traídos por los pelos.