DIARIO DE LA NADA 9.2
“Si no cambias la dirección, puedes terminar donde has comenzado”. Lao Tse
Jueves, treinta de mayo de dos mil veinticuatro
… Mi ciudad es tan pequeña que antes de que te quieras dar cuenta te has salido por el lado contrario de por donde hayas entrado, y en la mitad el centro, claro.
El de la mía es la plaza del ayuntamiento, desde donde manda el alcalde y sus funcionarios; la catedral y el palacio episcopal, desde donde lo hace el cardenal primado y también sus funcionarios (curas); y cerca (solo tiene que bajar una cuesta), el jefe de la región, que manda en la comunidad, es como si fuera nuestro virrey.
Y luego, los ciudadanos como yo que vivimos lejos de todo y, sobre todo, del centro: del alcalde, de los cardenales, de los presidentes y de las gentes relevantes. Por eso, en un día como hoy, yo acudo a verlos en la plaza principal, aunque sea de lejos y solo una vez al año.
Llegué a esa plaza enseguida. Allí se iban reuniendo los distintos gremios que dirigen todo este asunto y la fiesta de hoy, claro. Curas con cartera (nunca he sabido lo que llevan en ellas); políticos con trajes de gala que no sé si son frac (las chaquetas tienen faldones largos), pero que les caen fatal a todos (deben ser de alquiler o hechos a destiempo); militares de todas las graduaciones y mucha chatarrería colgada en la pechera (también llevan gorras); miembros de cofradías tanto masculinas como femeninas, muy maquillados todos; niños de comunión; todo tipo de guardias, municipales, nacionales, y hasta bomberos hay… En fin, muchísima gente se concentra allí, y todos se saludan porque además de sociables y simpáticos vivimos en una ciudad pequeña donde todos saben unos de otros. A mí no me saluda nadie porque ellos y yo no nos conocemos de nada…
La Fotografía: Entre todas las presencias físicas vivas o metafóricas (inanimadas), a mí los que me encantan son los gigantones (como niño que soy), que suelen ser reyes medievales, o personajes renacentistas como el primero de esta comitiva. Los fotografío alborozadamente. En esta imagen-metáfora, muy importante entre las que hice en esa mañana, y no solo porque me gusta; sino, también, porque hay una segunda metáfora y es que el rey último decide cambiar de la dirección que lleva la mayoría, Se larga en dirección contraria. Claro, ese disidente, condenado a la soledad eterna por causa singular de carácter, se convirtió en mi preferido.