DIARIO DE LA NADA 9.3
“Una de las normas de la civilización es la normalización de la extravagancia…” Gregorio Marañón. El Greco y Toledo
Jueves, treinta de mayo de dos mil veinticuatro
… Me acerqué a una pequeña puerta que daba al claustro de la catedral. Por allí entraban algunos de los participantes en la procesión de después, bajo la supervisión de guardias serios, marciales y tiesos como palos. Los que pasaban el control (yo, ni lo intenté, por supuesto), todos de una elegancia impostada y pintoresca eran integrantes de cofradías. También civiles, sí de los que en la vida real son corrientes, pero muy aficionados al asunto de la fe y el boato, electricistas, mecánicos, amas de casa, jubilados y gentes así. Lo sé porque vi a un vecino lustroso (electricista), encantado de haberse levantado por la mañana, que entraba sonriente con un estandarte con una estampa grande de una virgen de la que era seguidor, supuse (en mi barrio, los vecinos son muy de vírgenes). Para esta ocasión se visten como si fueran a ser coronados por algún mérito que seguro que no han logrado (los méritos suelen ser cosas de la fe, también) …
La Fotografía: A mí, de todas esas gentes que entraron por la puerta (estuve un buen rato mirando y fotografiando) quienes más me gustaron fueron las mujeres, y eso que se les fue un poquito la mano con el maquillaje y la apariencia. Pero bueno, bien, estuvieron guapas todas.