14 JUNIO 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Toledo (Corpus 2024)
Soporte de imagen
DIGITAL 102400
Fecha de diario
2024-06-14
Referencia
10390

DIARIO DE LA NADA 9.8
Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de oscuridad para brillar. Arthur Schopenhauer 
Jueves, treinta de mayo de dos mil veinticuatro

… En estos días de diario predominan las luces y las sombras catedralicias. Las catedrales atesoran la máxima luminosidad e igualmente y por reflejo las sombras más inquietantes. Apenas si queda espacio y margen para los medios tonos. Lo mismo pasa con las personas: o creemos o no. Tenemos poco margen creíble para la equidistancia y las soluciones de compromiso y ambigüedades, como el agnosticismo, teísmo o deísmo (parecen lo mismo, pero no lo son), y demás variantes de insustanciales matices.
Yo, no creo en el Dios que nos habita en este lado del mundo, y, en consecuencia, tampoco en los que lo hacen en otros ámbitos geográficos y culturales (quizá el budismo sea digna de tener en cuenta porque es atea). En consecuencia, tampoco con las derivadas de esas creencias, las religiones. Puede que, superficial como soy, tan solo sea una cuestión de comodidad. Ser creyente ocasiona muchos desvelos, esfuerzos, cavilaciones y sacrificios. Es más, si no te proteges con distancia y asepsia, una religión puede malograr la vida natural con sus necesidades y deseos, poniéndolo todo perdido de culpa y arrepentimiento, generalmente por nada importante.
Sin embargo, frívolo e indolente como sigo siendo, me fascinan las representaciones y ceremonias religiosas, prácticamente de todas las creencias. Son muy bellas y teatrales y brillan como luciérnagas, que decía Arthur Schopenhauer.
¿Qué nos queda a los que no somos creyentes y además somos respetuosos y honestos? Nada (argumento de este capítulo del diario); salvo mantener una continua relación con lo que seamos capaces de construir en el vasto e inabarcable territorio de la Nada, en la que sí creemos., y que a mí tanto me ocupa y preocupa.
Existen las interpretaciones tamizadas por el dogma y la ortodoxia litúrgica, generalmente carente de interés existencial y por otro las filosóficas o personales, al otro lado por ser de orden creativo o artístico y, en todo caso, propio de una individualidad ingobernable. Sí, de gentes que no procesionan, sino que miran, ven y actúan, aunque sea no actuando.   
“En un grabado de los desastres de la guerra de Goya más o menos contemporáneo a Paul Richter, en concreto ese grabado en el que un cadáver sufriente torpemente reclinado sostiene un papel entre sus dedos consumidos por el tiempo, donde leemos: Nada. Es difícil detectar su significado o aceptar sin más que tenga tan solo una lectura correcta; sin embargo podemos leerlo desde una antigua anécdota: -se cuenta que el obispo de Granada, en una visita al estudio de Goya, reparó en un cuadro de tema similar y airado señaló -nada, nada… que concepción tan sublime, vanidad de vanidades y todo vanidad; a lo que Goya respondió: Ah, pobre señor obispo, que mal me interpreta, lo que en realidad quiere decir mi fantasma es que ha ido hasta la eternidad y allí no ha encontrado nada. Es el momento de la sabiduría trágica que celebra su propio límite corporal y alumbra la nada, el no hay futuro, el vaciamiento radical de la esperanza moral, corporal, política, social”. Alberto Santamaría (Un lugar sin límites) …
La Fotografía: Las ceremonias de las creencias, o de la fe (como se prefiera), dividen al género humano en dos grandes grupos (uno más pequeño que otro), los que creen y participan y los que no, y solo miramos, los más numerosos. Estos hombres en claroscuro, parados en la misma puerta llana (neoclásica) de la catedral, esperan el momento en que les ordenen salir en lenta procesión. Son los primeros en salir como la cofradía más antigua que es. Vestidos con traje negro y con una austera capa de estameña parda (el atuendo más feo de toda la procesión, por cierto). Portan un estandarte con tomateras y plantas similares de la huerta, productos del trabajo que invocan, propio de las huertas del Tajo.

 

Pepe Fuentes ·