DIARIO DE VIAJE: al Norte.
“Resulta mucho más fácil viajar que escribir sobre ello”. David Livingston
Cuarto día, miércoles, veinticuatro de abril de dos mil veinticuatro (4)
… Llegué a Comillas enseguida (antes de la una). Me dirigí a la Universidad Pontificia con intención de visitarla. El majestuoso edificio situado en un alto que miraba al mar era perfectamente visible desde todos lados. Sin embargo, me fui encontrando con accesos cerrados al paso de vehículos. Empecé a sospechar que, una vez más, se ponía en evidencia mi ineptitud, cada día más frecuente a medida que pasa el tiempo. Bordeé el alto donde se encontraba ubicada sin encontrar indicación alguna de acceso con coche. Decidí subir andando y estuvo bien porque me permitió contemplar el espectacular edificio con perspectiva y el entorno, además de fotografiar.
Entré en la recepción y me dijeron de que no había otra visita guiada hasta las cuatro. También me informaron que podría subir con coche, pero pagando dos euros por una puerta de acceso con vigilante. Volví a bajar, tomé el coche y me acerqué a la ciudad con intención de comer.
Primero me senté en la terraza de un restaurante playero y turístico cerca del puerto: imposible, después de esperar veinte minutos a que me sirvieran, me tuve que largar sin que lo hubieran hecho. Encontré otro, también con terraza, pero no turístico y sí, ahí me atendieron enseguida. Comí el menú del día, bastante caro (20 €) pero aceptable de calidad: alubias con almejas y chipirones en su tinta.
Después, haciendo tiempo hasta la hora de apertura de la Universidad, me acerqué al Palacio de Sobrellano, situado enfrente, en el valle. Edificio neogótico con aires venecianos, propiedad del mecenas Antonio López y López (empresario indiano), primer marqués de Comillas; que también promovió la construcción del Capricho de Gaudí (al lado mismo del palacio); y la creación de la Universidad Pontificia. Fue amigo personal de Alfonso XII.
La visita al palacio no era posible hasta la próxima visita guiada a las cinco, pero preferí visitar la Universidad, las dos visitas eran incompatibles por horario y porque a media tarde tenía previsto ir hasta San Vicente de la Barquera. Lo sentí mucho porque el palacio prometía un rico interior…
La Fotografía: Buscando la vía de acceso a la Universidad me encontré con el Cementerio de Comillas. Situado en un promontorio, con el mar al fondo, componía un conjunto de una bella singularidad de la que no tenía noticias. Paré, lo visité y fotografié encantado, por supuesto. Luego me enteré de que fue diseñado y construido por el arquitecto modernista Lluís Doménech y Montaner, arquitecto de la Universidad y que también participó en la construcción de la capilla del Palacio Sobrellano. El cementerio tiene un aire de ruinas románticas con reminiscencias góticas. La escultura emblemática de El ángel exterminador (a la derecha de la foto), escultura de Josep Llimona, extiende su poderoso influjo estético en todo el camposanto, donde abundan otras esculturas de ángeles y motivos alegóricos mortuorios apocalípticos. Enorme y sorpresivo hallazgo.