LOS DÍAS 53
“La calma sin entusiasmo resulta ser –aburrimiento-. El entusiasmo sin calma –melancolía-” Marina Tsvietáieva
Miércoles, veintiocho de agosto de dos mil veinticuatro
Últimamente, mi alejamiento de la belleza o del arte (no es lo mismo, aunque tal vez debiera serlo), es progresivo. Me inquieta porque temo que me acometa la indiferencia, o la desidia. Ni siquiera salgo a visitar exposiciones, museos, ciudades monumentales o de interés. Por cierto, y a propósito de esto último, debería pensar en un viaje para septiembre o primeros de octubre ¡ojalá consiguiera hacerlo! Revitalizaría mi vida, mis fotos, mi diario.
Aunque hoy, precisamente, he pensado en irme a dar una vuelta por Segovia durante tres días. Sería desde el viernes 30 hasta el domingo 1 de septiembre. Lo pensaré seriamente mañana jueves.
La Fotografía: Hay una razón de peso para esta escapada corta, que no es otra que tengo mi casa seriamente intervenida por circunstancias operativas. El lunes vinieron a mi casa dos hombres muy gordos (los había llamado yo), a reparar el suelo de mi cocina y comedor que estaba seriamente dañado. El martes vino un tercero, que también era inmensamente gordo; sin embargo, los tres eran muy agradables de trato, muy simpáticos (qué tendrá que ver una cosa y otra, me pregunto). Hoy han terminado su trabajo y se han ido. Así ha quedado mi cocina-comedor con su exquisita y profesional intervención. El problema: no puedo pisar el suelo en una semana dado que la superficie es de un compuesto químico que tarda ese tiempo en fraguar con firmeza. Me parece que ha quedado bien. ¿Por qué es azul el suelo? Sencillo, yo en mi casa vivo en el mismísimo cielo y no necesito otro.