COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 57
“Ser superfluo significa no pertenecer al mundo”. Hannah Arendt
Jueves, veintinueve de agosto de dos mil veinticuatro
El martes vi una película que me asaltó sorpresivamente en la parrilla de una cadena y que me causó gran sorpresa y una confiada y amplia sonrisa porque llevo mucho tiempo queriendo acercarme a la obra de Bret Easton Ellis (no he leído nada), así que celebré el regalo y me lancé con ganas a ver American Psycho (2000), dirigida por Mary Harron e interpretada por Christian Bale.
La historia que cuenta, así como la pulcra realización me impresionaron y perturbaron. El colectivo de jóvenes que protagonizan la novela y la película son brókeres del Nueva York de los años ochenta y en ese momento estaban situados en otra dimensión del mundo. Para mí eran semejantes a posibles extraterrestres, pero de una coherencia en sus comportamientos perfecta, acabada, sin fisuras, definitiva. Eran máquinas semejantes a coches de altísima gama, no cometían errores en su funcionamiento y todos obedecían a los mismos presupuestos existenciales: confundirse en un entorno sofisticado al mismo tiempo que mataban su propio yo, o lo cultivaban con virtuosismo; no llego a entender bien ese perverso juego. Sí, porque mantenían viva una inmensa vanidad y soberbia competitiva.
Existen críticas sociales y morales bastante tópicas al culto del dinero y el poder en los años ochenta, especialmente en las clases financieras de Nueva York, donde imperaba un capitalismo salvaje propio de la era Reagan, según se dice.
“Desde este momento, a Easton Ellis, se le ha tildado de «nihilista», «misógino» o «enfant terrible» (…) ya que los protagonistas de sus novelas, con el habitual contrapunto de elementos de la vida suburbana de la clase capitalista: alcohol, perversiones sexuales, prostitución. Los protagonistas son ególatras, superficiales o aparentemente superficiales, frívolos o violentos, sin más código moral que su instinto. Él mismo los describe como «personajes ricos, alienados y sexualmente ambiguos…” Wikipedia.
No obstante, para mí, esa no fue la lectura que más me turbó, dado que esas características sociales pertenecen a un remoto pasado hacia el que no siento ninguna afinidad ni especial simpatía; pero, sin embargo, si me siento cercano a un destino despersonalizado que era común en todos esos seres atormentados. Todo este planteamiento requiere una reflexión de mayor calado de la que yo puedo ofrecer aquí, por lo que tan solo abro la ventana de la sugestión, impresionado por la virtuosa puesta en escena de la película.
La Fotografía: Descripción de la rutina de buena mañana del protagonista de la historia, un espléndido Christian Bale (Patrick Bateman), de un físico espectacular que sostiene a un personaje inquietante y perturbador:
“Vivo en el edificio American Garden, en la calle 81 Oeste, en el undécimo piso.
Me llamo Patrick Bateman, tengo 27 años. Me gusta cuidarme, sigo una dieta equilibrada y una rutina rigurosa de ejercicios. Por la mañana, si tengo los ojos hinchados me pongo hielo mientras hago mis abdominales; ya consigo hacer mil. Después de quitarme el hielo me aplico una loción limpiadora de poros; en la ducha utilizo un gel con espuma activada por agua; luego un jabón corporal limpiador de poros y para la cara un gel exfoliante. Luego me aplico una mascarilla facial de hierbabuena, que dejo durante diez minutos mientras sigo con el resto de mi rutina. Siempre utilizo un aftershave sin alcohol o con poco alcohol porque el alcohol reseca la cara y te hace parecer mayor. Luego, crema hidratante y emulsión antiarrugas para los ojos Y al final otra crema hidratante dermoprotectora.
Existe la idea de que un tal Patrick Bateman es una especie de abstracción porque yo no existo de verdad, sino como ente, como algo ilusorio Y aunque pueda ocultarte mi mirada fría, si me das la mano notarás que mi carne roza la tuya e incluso puede que intuyas que tengamos estilos de vida parecidos, pero yo, sencillamente, no estoy.”