17 SEPTIEMBRE 2024

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Zurbarán y sus doce hijos, Arantxa Aguirre (2020)
Soporte de imagen
DIGITAL 200
Fecha de diario
2024-09-17
Referencia
10470

DIRARIO DE LA BELLEZA 2
Decía Kafka: “La juventud es feliz porque posee la capacidad de ver la belleza. Es al perder esta capacidad cuando comienza el penoso envejecimiento, la decadencia, la infelicidad”. Janouch le preguntó: “¿Entonces la vejez excluye toda posibilidad de felicidad?”. Y Kafka respondió: “No. La felicidad excluye a la vejez. Quien conserva la capacidad de ver la belleza no envejece”.
Viernes, trece de septiembre de dos mil veinticuatro

Ayer por la tarde salí de mi casa y fui a la ciudad ¡prodigioso! Eso no lo hago nunca, y procuraré no reincidir.
Recibí un mensaje de mi prima para informarme de que se proyectaría un documental de título inexacto y equívoco: Zurbarán y sus doce hijos”, de Arantxa Aguirre (2020). La directora es amiga de mi prima, que vino desde Madrid a acompañarla en la proyección. Marisa, como sabe que soy aficionado a las cosas de la cultura pensó que sería de bastante interés para mí y me propuso asistir. Claro, a mí me interesan esas cosas, como diletante que soy, pero lo que no me interesa en absoluto es salir de mi casa, y menos por la tarde (la proyección era a las siete, en el Museo Sefardí, porque el tema era cosa de judíos).
Llegué cinco minutos antes de la hora anunciada y ya estaban allí, no solo mi prima que me había convocado; sino, además otra prima de ambos, Pilar, a la que no veo nunca. Bonita estampa, tres primos de más de sesenta años que compartimos a nuestro abuelo Pepe Fuentes (por cierto, al parecer es un apellido de origen judío). Mi prima nos presentó a la señora Aguirre, su amiga, a la sazón directora de la película. Nos saludamos brevemente, la circunstancia no daba para más.
El tema de la creación de Aguirre era la serie de trece retratos imaginarios pintados por Francisco de Zurbarán en Sevilla hacia 1640, absolutamente maravillosos, bellísimos. Pinturas que recreaban al propio Jacob y a sus doce hijos, de bellísimos nombres: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín; que tuvo de dos esposas y dos concubinas.
Las pinturas eran a escala natural, con ángulo de toma bajo, picados todos con fondo de cielo, nubes y luz. La indumentaria de todos los personajes era de origen oriental o judío de la época, colorida, exótica, exuberante e imaginativa para la época en la que estaban realizados los retratos. En conjunto era una serie homogénea, de altísima calidad pictórica, bellísima y originalísima para la época de seriedad y beligerancia barroca (contrarreforma).
Como el asunto iba de difusión cultural y no tan solo de recreación de la mirada, primero hubo una excelente presentación a cargo de Palma Martínez-Burgos, historiadora de arte (contexto histórico e itinerario que siguió la serie); y de Arantxa Aguirre, que contó los avatares de la realización y del enfoque cinematográfico (ella no era guionista, sino la directora).
El problema fue, de principio a fin, un guion descabellado y confuso (el tema y esfuerzo tendría que haber dado para más); no obstante, la directora se esforzó en imprimir dinamismo y movilidad a la narración a través de juegos cromáticos interesantes y una aproximación de cámara a la textura pictórica de Zurbarán, tan expresiva y matizada.
La proyección e instrumentación política que había tenido la serie pictórica, sobre todo en la Inglaterra del siglo XVIII, a través de su propietario en esa época, el obispo Durham Richard Trevor, aspecto que se resalta en la película especialmente, a mí me traía sin cuidado, es más, la humanidad lleva milenios aguantando el constante tostón de los judíos, toda la vida lamentándose (con muro o sin él).
Esta entrada se me está yendo de las manos porque, por si fuera poca la improvisación, ni siquiera hice una foto in situ para acompañar la entrada. Solo sé que no me ha convencido el hecho de salir de mi casa una tarde cualquiera a juntarme con toledanos que nada me interesan, a excepción de mis primas, no en vano compartimos abuelo.
Eso sí, la aproximación a Zurbarán resultó genial porque fue un grandísimo pintor no siembre  justamente valorado debido, probablemente, a la alargada sombra de Velázquez.
La Fotografía: José, decimoprimer hijo de Jacob. Uno de los más bellos retratos de los trece de la serie que realizó Francisco Zurbarán. La imagen está extraída (nunca mejor dicho), del documental de Arantxa Aguirre, así como tampoco es aleatorio que esté rotulada con la frase sobre la belleza, que en caso de que sea verdadera la afirmación en el diálogo entre Kafka y Janouch de la introducción, yo no sería viejo porque admiré la belleza de las pinturas de Zurbarán que filmó brillantemente Arantxa Aguirre en su película. Bien, pues no, la frase no es cierta, es una bonita y poética idealización, porque yo me asombré con la belleza de las pinturas y sin embargo soy el hombre más viejo del mundo; y por qué, sencillo, porque creo en mi vejez, luego puede que esté expulsado del paraíso de la felicidad.

Pepe Fuentes ·