LOS MICROVIAJES
A Segovia: día 2.2
Sábado, treinta y uno de agosto de dos mil veinticuatro
…Realicé la visita ayudado por una guía de sonido a través del móvil. No sé qué pensar de las guías, sean tecnológicas o humanas, a los espacios monumentales, históricos, museos o cualquier exposición de arte o cultural. Sí, porque, soy de espíritu flâneur a partir de mi actividad fotográfica, siempre he preferido dejar que la mirada vague por estancias, mobiliario, pinturas, disposición decorativa, detalles y estilos arquitectónicos e impresiones de conjunto sin la mediación de alguien que me diga hacia dónde mirar y casi lo que tengo que pensar o sentir sobre lo que veo y no veo. Sí, creo que prefiero la opción autónoma, aunque reconozca que puedo perderme información sobre aspectos de interés sobre lo que estoy mirando, máxime teniendo en cuenta que carezco de conocimientos para hacerme un cumplida y certera idea de conjunto, de artistas, épocas, matices, detalles, en fin, toda la riqueza que guardan los sitios cargados de memoria. Quizá tendría que pasar tres veces por el mismo sitio para tener una lectura más certera de lo que visito. A veces me parezco gilipollas, otras no; pero únicamente cuando no lo pienso.
Nada más empezar la visita tuve la sensación de que el palacio contenía una gran riqueza, desde el mármol de los suelos hasta los frescos de los techos, las ricas y profusas lámparas de cristal, el mobiliario y una prolija y abundante pinacoteca de muy estimable calidad. La luz tamizada de nubes que entraba por las altas ventanas creaba una atmósfera de irrealidad, de espacio fuera del tiempo y de la sórdida y pegajosa realidad del mundo y tiempo real…
Como no tenía prisa, pulsaba el número de la guía de voz y oía lo que la grabación me contaba, pero casi nunca la escuchaba concentradamente (iba de una desatención a otra, sin solución de continuidad); alternativamente, miraba la cartela y esta contaba cosas diferentes, o con otras palabras, lo que me desorientaba; y por si fuera poco el lío miraba a través del visor de mi Fuji GFX100 y claro, eso me obligaba a otro tipo de atención que me interesaba más, con lo cual, dos o tres salas más allá ya no me acordaba de nada de lo anterior. Sí, estoy hablando de alguien con serios problemas perceptivos, es decir, yo mismo.
Me apiado, me tomo con indulgencia y me digo: -y qué más da si eres más o menos aplicado, si lo único importante es que estás aquí, rodeado de arte y belleza, que es un momento inigualable porque puedes sentir lo diferente, fotografiarlo, gozarlo…
La Fotografía: Las interminables perspectivas de sucesivas estancias prometían nuevas y bellas riquezas. Todas parecidas, pero todas distintas. No me cansaba de avanzar de unas a otras. La visita me pareció breve. El palacio se me hizo pequeño, sin que apenas me diera cuenta ya había terminado. Menos mal que en la planta baja todavía me quedaba un recorrido de igual longitud.