19 ABRIL 2025

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Machu Picchu (Perú)
Soporte de imagen
- 120 ILFORD SFX 200 (800)
Fecha de diario
2025-04-19
Referencia
8982

LOS DÍAS 15 y 2
“Escribir era para Onetti, no una evasión, sino una manera de vivir más intensa, una hechicería gracias a la cual sus fracasos se volvían triunfos. Por eso, toda su vida insistió en que la literatura no podía ser un mero oficio, una profesión, menos aún un pasatiempo, sino una entrega visceral, un desbordamiento completo del ser, algo que tenía más de sacrificio que de trabajo que se llevaba a cabo en la soledad; y sin esperar por ello otra recompensa que saber que escribiendo le sacaba la vuelta a la puta vida”. Mario Vargas Llosa
Lunes, catorce de abril de dos mil veinticinco

… Nada más levantarme me he enterado de la muerte de Mario Vargas Llosa, una pérdida literaria brutal. He leído muchas de sus obras, pero no todas, todavía me faltan algunas, especialmente de su primera época. Este mismo año he leído dos ensayos sobre literatura: La verdad de las mentiras (1990), veinticinco prólogos a obras importantes de escritores grandes, que fue escribiendo a lo largo de su vida; y un ensayo de aproximación a Juan Carlos Onetti, El viaje a la ficción (2023).
El alcance de la obra de Vargas Llosa me excede hasta al asombro inabarcable, por lo que ni siquiera me atrevo a decir absolutamente nada. Sí, algo sí, que he disfrutado mucho de su literatura y obras ensayísticas (el teatro no lo conozco). Al fin y al cabo, este ejercicio diario por mi parte es tan solo un experimento de un pertinaz diletante, que si bien no alcanza la categoría sacrificial (como en el caso de Onetti), sí lo realizo en soledad, a diario y con pasión.
En algún otro momento volveré a él y su obra, pero ahora me urgen otras cosas, porque el día me ha cundido como dos visitas a consultas médicas.
La primera, mi doctora de referencia de la seguridad social, en el consultorio de mi barrio, por lo del pene (se me está cerrando el prepucio). Mi doctora y yo, viejos ambos, nos tratábamos de tú, pero ella, unilateralmente ha decidido cambiar al usted. El tratamiento de usted nos avejenta más todavía, a mí no me gusta nada a ella parece que sí. Como las cosas sigan así, cualquier día me sorprendo a mí mismo tratándome de usted, o exigiendo ese trato a Mi Charlie.
El caso es que me ha visto el pene (no lo ha tocado, no hacía falta), y después de unos instantes de mirada concentrada pronunció un escueto dictamen: Visto.
Lo gracioso vino después, cuando me dijo que tendrían que operarme de fimosis como a un niño o adolescente, a mi edad. Le dije que no me lo creía; ella se reía, parecía que le hacía gracia, solo le ha faltado decirme que era por falta de uso (en eso habría acertado, y entonces habría sido yo el que me riera, para no darme lástima). Sí, y además ha dicho sádicamente que me tendrían que dar bastantes puntos y eso también le parecía gracioso (últimamente van a tener que crear una sección de corte y confección en sanidad, solo para mí). No me alarmé porque no me lo creí, aunque ella se mostró muy segura.
Segunda opinión: por la tarde he ido a la consulta de mi urólogo de referencia, me ha visto el pene, también (hoy era protagonista absoluto de mi ser) y no precisamente porque sea único, sino porque está dañado. Mi urólogo, un hombre también de edad, que habla despacio y quedo, como si estuviera de vuelta de todo, pero que quizá solo sea aburrimiento o cansancio, pensaba que quizá todo se deba a un cierto deterioro como consecuencia de la operación de próstata reciente y los efectos secundarios (micciones exageradamente frecuentes). Me ha prescrito tres medicamentos diferentes (y caros), y me ha dicho al despedirnos; si no mejora vienes, porque entonces, probablemente, habrá que operarte ¡otra vez me han dicho lo mismo! Dos veces en el mismo día, maldita sea.
Me resistía a creerme a una y a otro porque si todo estaba bien antes, ahora no tiene porque estar mal, estructuralmente se entiende. Luego, ya en mi casa, me informé en internet y vi que podían tener razón los dos. Se me ocurre que todo tiene que ver con la fuerte erosión como consecuencia de la operación de próstata. Pero, sobre todo, porque se trate del efecto degradante de la vejez. Ahora, si alguien me preguntara que es lo que más quiero de mí cuerpo y de mi alma, contestaría sin dudarlo: Mi Prepucio. Incomparablemente más útil para mí que la conciencia misma.
El lunes que viene, sin perder un minuto, iré al consultorio para que me deriven hacia los que me tendrán que amputar mi querido prepucio (ya puestos, que me quiten el pene entero, no lo necesito para nada, salvo para orinar y eso podrá arreglarse de algún modo, digo yo), con el que mantengo una afectuosa y agradecida relación de más de siete décadas.
¡vaya mierda la vida vieja!
La Fotografía: A ver, foto de mi pene francamente devaluado, disminuido (está acomplejado) y disfuncional no la voy a traer hoy; así que mejor una artística en homenaje a Mario Vargas Llosa, de Machu Picchu, Perú, donde nació y murió, ayer mismo.

Pepe Fuentes ·