21 MAYO 2025

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Carolina, pepe fuentes, Caravantes, Toledo
Soporte de imagen
-DIGITAL 2000
Fecha de diario
2025-05-21
Referencia
4350

Diario de la Soledad, uno
¿No se siente solo?
-Solo cuando hay gente…
La delgada línea roja (1998).
Terrence Malick
Domingo, dieciocho de mayo de dos mil veinticinco

He tardado demasiado en crear este capítulo de diario y no entiendo por qué. O sí…
La soledad es inaprensible y adaptativa dependiendo de quién la sienta y en qué momento de su vida. Puede ser una bendición o una condena.
Todos tenemos una idea propia sobre su naturaleza, límites e impacto en cada uno de nosotros, para bien o para mal.
A propósito de la cita, contaré lo que me ha sugerido mi experiencia de anoche mismo, ya que salí a ver gente que se divierte o lo intenta.
Lo hice a pesar de mi postoperatorio, porque no me dolía nada mi circuncisión y mi desconsolada pérdida ya he empezado a superarla. Todos podemos superar cualquier pérdida.
Podía haberme ahorrado el movimiento, pero formaba parte de los ejercicios que realizo para ser consciente de mi realidad y circunstancias. En mi casa estoy cómodo, indolente y conformista. Se me hace evidente que estoy solo cuando me hablo y no recibo respuesta.
Estuve cuarenta y cinco minutos en el bar de las copas sosas, podría haber estado más o menos, pero eso da igual porque voy sin propósitos de relacionarme con nadie. Había menos gentes que otras noches. No eche de menos a nadie porque nadie suele gustarme.
Miro a la gente que suele acompañarse de otros (aparentemente no están solos), mientras que yo sí.  Esa es la clave, la diferencia de planos porque de ese modo me siento mejor perfilado y todavía vivo y real.
Parece una tontería por obvia, pero no tanto, creo, porque en el confort de mi hábitat me diluyo en la continuidad de mi ser y estar, rodeado de la decoración y los utensilios de los que me valgo. Llegará un momento en el que de tanto aislarme, perderé la conexión y el sentido de mi existencia física y metafísica, para bien o para mal. Debo tener cuidado, porque sin darme cuenta puedo verme apresado en el aislamiento (ya lo estoy un poco), el lado oscuro y peligroso de la soledad. Estoy llegando a ese estadio inadvertidamente, como se llega a cualquier droga dura, adictiva y mortal, de la que no hay retorno posible.
Anoche, en el bar de copas, miré cautivado a una mujer que veo siempre que voy. Madura, o quizá vieja ya, pero no lo sé porque se viste para el disimulo y la apariencia: delgada, con una melena albina que refulge en la noche, suelta y extendida por la espalda hasta la cintura (parece una peluca barata). Muy pasada de maquillaje, especialmente los labios, de un tono fucsia intenso que desborda tanto al superior como al inferior. Su puesta en escena no me atrae (no querría ligar con ella), pero me fascina su atrevimiento desprejuiciado con la que parece afirmarse poderosamente. Suele ir acompañada de una mujer corriente, entrada en carnes y vulgarmente vestida.
Me gustaría conocerla, es más me interesaría porque seguro que encontraría matices de mi interés en su manera de estar en el mundo. Pero, como no la conozco y mi timidez me impide abordarla, pues nada, no llegaré a conocerla. Por otra parte, no creo que ella se haya percatado de que existo y de que la miro, o sí.
En el fondo, fondo ¿qué hay detrás de mi vivo interés en esa mujer? Tan solo que me parece que hace lo mismo que yo, definir su individualidad por contraste con los demás, en su caso  desde un atrezo personalísimo de reconocimiento y afirmación de su soledad a través de una clara actitud: ellos, allí y a su modo; yo, aquí y al mío, que es otro.
Todos vivimos a solas en y con nuestras vidas, pero esa mujer, al menos, se ha colocado un foco delante, precisamente para no aislarse.  
Tiene gracia la situación y lo que hacen las gentes, o a mí me lo parece: para eso y solo para eso me esfuerzo en salir de mi casa algunos sábados a las doce, la hora de los hechizos.
La Fotografía: Llevo yendo a ese bar desde dos mil veintiuno y nunca, absolutamente nunca he hablado con nadie; salvo una noche, la de esta foto, que fui con una mujer a la que había conocido el día antes. Solo fue esa noche. El cómo la conocí, es otra historia.

Pepe Fuentes ·