COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 88 y 2
“…Los atentados contra la madre naturaleza están causando calentamiento global. Son un crimen contra la humanidad y toda la vida de la tierra. La industria globalizada es la fuerza que impulsa sin miramientos esta carga suicida. Esta política radical que ni siquiera la democracia puede parar. Hay leyes por encima de las leyes humanas, leyes ancestrales que no se eliminarán mañana. Es nuestro derecho inalienable proteger las vidas y la salud de futuras generaciones. Somos la generación más poderosa que ha habido a través de la historia y también somos la última generación que puede atajar y parar la cruel guerra contra la madre tierra. Nuestros hijos y nietos no tendrán esa posibilidad. Para ellos será demasiado tarde. Ahora es el momento, la misión es nuestra…”. Fragmento del manifiesto de La mujer de la montaña, a partir de actos terroristas contra infraestructuras cometidos por ella.
Lunes, catorce de julio de dos mil veinticinco
“A sus cincuenta años, Halla, profesora de canto, declara la guerra a la industria local del aluminio, que está contaminando su país”. El trabajo de campo lo hace sola, con el apoyo logístico y teórico de un amigo de la ciudad. Es una mujer vital de un encanto arrollador, sin duda, con la que empatizas desde la primera escena, con su certero disparo de una flecha a una línea de alta tensión.
Luego pasan muchísimas cosas más, sobre todo, la aparición de una hermana gemela, tan arrebatadora y extraordinaria como la protagonista.
El talento de Benedikt Erlingsson (guionista y director) hace que una historia con un telón de fondo activista y reivindicativa (lucha ecologista) que la podría hacer previsible, se convierta en mágica con el juego del desdoblamiento entre dos hermanas (solución imaginativa y muy ocurrente), y, sobre todo, la presencia de tres músicos enigmáticos de instrumentos de viento y percusión, que interpretan la banda sonora de la historia en todas las acciones subversivas de Halla, Músicas sencillas y de un naturalismo pleno de resonancias que se me antojaron mitológicas (banda sonora de David Thor Jonsson). El que estos músicos aparezcan en segundo plano, pero con una gran presencia por sus músicas y porque completan el plano cinematográfico haciéndolo sorprendente, sugestivo y maravilloso. A ellos se unen en algunas escenas tres mujeres que cantan (supongo que canciones del repertorio ancestral de Islandia, ataviadas con trajes populares.
Historia apasionada y apasionante, vitalista, divertida y de un vibrante y bellísimo final.
La Fotografía: La capacidad de acción eficaz que despliega Halla es trepidante y todas las acciones que perpetra son sorprendentes y con muy mala sombra, dotando a la película de un dinamismo emocionante. Me ha encantado la historia en sí, más allá de las acciones de lucha ecologista.