MONÓLOGOS SOBRE ARTE 32
«Lo que me mueve, lo que me hace crear, es la voluntad de vivir”. Joana Vasconcelos
Viernes, dieciséis de julio de dos mil veinticinco
Amaneció el día en el que R y yo nos encontraríamos en Madrid, tal y como habíamos quedado. Una cita importante, aplazada durante algo más de tres semanas.
Salí en torno a las nueve y media (tenía que recoger mi objetivo de 100-200, que había llevado a reparar). Después, con tres horas por delante, decidí visitar el Museo Cerralbo, pero no conté con una cola para entrar disuasoria. Pasé de largo.
Crucé al Parque del Oeste y me dije que estaría bien visitar el Templo de Debod. Apenas había visitantes que se pudieran ver desde fuera (en torno a diez, más o menos). Cuando me disponía a entrar despreocupadamente un vigilante detuvo mi decisión y me dijo que tendría que volver el día siguiente, como en una ventanilla ministerial, previa reserva, claro. Me frustró semejante estupidez. Jamás podría entenderlo, así viviera 1000 años.
Después de tanta contrariedad y el bochornoso calor que me aplastaba, decidí acercarme al Palacio de Liria, que estaba cerca y era infinitamente más interesante que las opciones anteriores. No hubo ningún problema de acceso, es más, apenas había visitantes. La causa, tal vez, era que la entrada era sensiblemente más cara.
Me dispuse a realizar la visita encantado.
Aparte de la exquisita disposición arquitectónica interior, la excelente pinacoteca y el riquísimo mobiliario, había una interesante exposición de la artista contemporánea y multidisciplinar portuguesa, Joana Vasconcelos. La obra expuesta se integraba, confundía y complementaba, tanto con el mobiliario como con los espacios del palacio, enriqueciendo el conjunto. Había obras pequeñas y sutiles, así como de gran tamaño de materiales textiles, obras escultóricas o performativas como enormes zapatos plateados o lazos de leds rojos, multitud de animales envueltos en fundas de ganchillo, esculturas, y todo tipo de objetos diseñados que establecían analogías o conexiones con la propia decoración del Palacio.
El conjunto me pareció un maravilloso espectáculo refulgente y luminoso; optimista y vital; espectacular e intimista, y todo al mismo tiempo.
Disfruté y fotografié mucho. En estos escenarios inesperados, exuberantes, destilados de belleza imperecedera me motivo especialmente y entro en otra dimensión.
La Fotografía: Salón de música con el piano exquisitamente enfundado por una labor de ganchillo en blanco y negro, de Joana de Vasconcelos (labores realizadas en las islas azores). Nunca había visto la obra de Vasconcelos y me encantó por ser especial, diferente, mágica. Ella dice, cargada de incontestables razones: «No soy contemporánea, soy una artista barroca». Joana Vasconcelos