29 SEPTIEMBRE 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Toledo, safont, esforzados atletas aficionados de domingo
Soporte de imagen
-DIGITAL (JPG) 32. (MOVIL)
Fecha de diario
2025-09-29
Referencia
11070

DIARIO DEL ESPANTO 1 y 3
“Pues mi ser es bello pero espantoso. Y sólo es bello porque es espantoso. Espantoso, espanto, formado de espantoso”. Antonin Artaud
Domingo, veintiuno de septiembre de dos mil veinticinco

… Me estoy apartando del propósito de relatar el espanto de una salida de sábado en mi ciudad…
Sigo: como aparentemente no había mesas libres, y tampoco me apetecía sentarme en una mesa solo rodeado de grupos familiares o de amigos, en pleno jolgorio, me decidí por entrar en uno de los bares.
Me acomodé en una mesa alta. Pedí una cerveza y dos tacos de bacalao a la romana (me gusta mucho ese pescado). Tardaron en servírmelo una eternidad y cuando lo hicieron comprobé que tenía un aspecto espantoso: patatas fritas asquerosas (blandas y grasientas); el bacalao negruzco, feísimo y reseco que es la peor forma que puede tener porque se desmigaja como si fuera paja. Malcomí porque tenía hambre.
Alrededor, gente, y entre ellos un tipo de unos cuarenta años, satisfecho con su vida, gordo, riente, feliz hasta el agravio, en bermudas, con una camiseta anchota y milagrera porque disimulan tripas informes, llena de grandes números y palabrería, todo en colores chirriantes. Estaba con otro tipo normal que, comparado con él, era hasta elegante. Lo más curioso de ese individuo es que conocía a todo el mundo (a mí no, faltaría más) y con todos se daba aparatosos abrazos, como si le fuera la vida en ello, o los amara hasta morir. Iba y venía entre su mesa y sus frecuentes abrazos con gentes aparentemente inocentes.
Mirando al apestoso bacalao y al tipo dando saltos y riendo sin parar, me preguntaba por qué había cambiado el apacible, silencioso y ameno patio de clausura por el Espanto. La noche estaba situándome ante el hecho inexorable de que la gente está lista para afear cruelmente el más básico sentido de la estética y buenas maneras.
Me largué.
Para completar mi expansiva (espantosa) noche, decidí ir al bar de copas al que solía ir de vez en cuando.
Paré el coche en las inmediaciones. Dediqué unos instantes a reflexionar y como lúcido resultado me grité: -vete a tu casa ahora mismo- (a veces tengo actuar imperativamente para hacerme caso).
Llegué a medianoche a mi patio de clausura, por el que ya sentía palpitaciones de ansiedad (llevaba 24 horas sin gozarlo). Me serví un ron con hielo, un goloso helado de chocolate, y me dispuse a ver el comienzo de una película: El sendero de la traición, de Costa-Gavras. Acerté porque era estupenda (terminaré de verla hoy, domingo).
Superé el Espanto y me entregué al bienestar de mi clausura. De vez en cuando necesito verificar al mundo para evitar riesgos innecesarios y recuperar la buena senda (clausura) la que me es propia.
La Fotografía: Esta imagen es de hoy mismo, domingo por la mañana. A veces el paisaje cotidiano cambia, sobre todo en espacios públicos que no puedo controlar y que demuestran que el mundo es diverso e inabarcable. Salvo en mi clausura. Ahora, por ejemplo, a la una del mediodía estoy echado en mi tumbona tomándome un Martini, escuchando una composición de piano de Felix Mendelssohn, y escribiendo esta crónica del Espanto. Mucho mejor así. Pero, mi indiferencia social, me impedirá saber el resultado que consiguió el corredor número 82, un hombre con sobrada confianza en sí mismo porque por algo lleva los pulgares levantados como si supiera que ganaría. No hay como el convencimiento de conseguir algo para lograrlo.

Pepe Fuentes ·