La vida superflua 5
“Porque todo en este mundo está perdonado de antemano, y, por tanto, todo cínicamente permitido”. Milan Kundera
Miércoles, veinticuatro de diciembre de dos mil veinticinco
¡Pero que risa! Hoy es Nochebuena, y eso me da más risa todavía…
Pero mi carcajada no la ha provocado Jesús de Nazareth; no, que va, a ese personaje tan trágico que nos ofreció a la humanidad entera una imagen única para que nos entretuviéramos durante milenios, es merecedor de mi respeto por su trágica inmolación. Para él la fama eterna y para nosotros absurdas razones para morir matándonos y celebraciones ruidosas que ya duran milenios. Ayer, precisamente, escribí de El extranjero, de Albert Camus en el diario, que también murió por sus irrenunciables convicciones. Otro Jesucristo, esta vez contemporáneo, literario y cercano (del siglo pasado).
Lo que me ha hecho reír ruidosamente ha sido que, cuando me he levantado a las seis de la madrugada (me había despertado a las cinco, y eso no es nada risueño para mí), mientras me preparaba un café, he sintonizado la Cope, a ver si me cantaban un villancico; pero no, Jorge Bustos, que me cae estupendamente porque es una versión lista y renovada y nada mema de Carlos Herrera, que sí lo es, aunque también listo; ha informado muy seriamente de que José Luis Ábalos es un intelectual top ¡toma ya!
Sí, es un hombre que en la cárcel lee alta literatura: Stefan Zweig (la biografía de Fouche); Viktor E. Frankl (El hombre en busca de sentido); Alejo Carpentier (eso no me lo creo), y algunos otros muy significados (nada de bestseller facilones y de ocasión), de los que ya no me acuerdo porque me estaba riendo a grandes y tristes carcajadas; eso sí, seriamente por su buen gusto y elevado criterio (hasta escribe bien, ha dicho Bustos, y ha leído un fragmento que ilustraba su depurado estilo de hombre de letras y de polvos bien echados, esto último solo lo supongo).
Sí, porque el personaje también tenía buen criterio eligiendo mujeres: todas estaban estupendas lo que demuestra que tiene un sentido estético y erótico tan bien orientado como su gusto literario y su capacidad para la escritura (eso sí, con moralina y algo de cursilería propia de los aficionados).
Algunas de las obras que lee Ábalos también las he leído yo, pero de la calidad de sus mujeres, ni de lejos, inaccesibles absolutamente para mí, que ya me habría gustado.
A ver si va a resultar que este exministro tan inmoral por su afición a que le paguemos las juergas y sus gloriosos polvos los demás, tan hedonista él, se va a convertir en mi ídolo privado e inconfesable.
Para que lo sea, sin sombra de duda, y le ponga una vela en mi torre de clausura solo falta que se suicide como Stefan Zweig y su mujer, que no lo hará porque no creo que se pueda pagar una mujer para que le acompañe en su salida de la vida y su entrada en la inmortalidad. Precisamente por esa razón no alcanzará la perfección moral, o tal vez inmoral, porque ahora no sé bien que es una cosa y su contraria. La risa me está bloqueando el entendimiento.
La Fotografía: Me encanta fotografiar Jesucristos torturados, que busco cuando salgo de viaje por capillas, iglesias, monasterios, catedrales… por todos lados los busco. Esa es la razón de que como fiesta popular me interesa mucho más la Semana Santa, que las Navidades: icónica y artísticamente es infinitamente más intensa y acorde con nuestra condición de seres mortales, porque el protagonista es un muerto muy teatral; que no un bebé blanco, blando y balbuciente, que nada dice sobre su condición de futuro Dios Hijo. Al de la fotografía de hoy lo encontré el año pasado en la catedral de Palencia, y lo he recreado en estilo PopArt, precisamente ahora que estoy estudiando a Andy Warhol. Yo, como Ábalos, estudioso que no follador (esto último no me lo puedo permitir porque a un ministerio socialista nunca accederé, no tengo condiciones morales ni, sobre todo, inmorales).