“A Pizarro la contemplación de la capital, con sus edificios de piedra, le llenaba de orgullo. Estaba conquistando su sueño, y este estaba a la altura de sus expectativas”. José Ángel Mañas
PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo uno: Cuzco (Perú), uno de febrero, viernes
V
“La ciudad, como sabían los españoles, era también una representación del universo y del calendario inca. Sus doce barrios se correspondían con los doce meses del año. En cada uno había tres calles principales. Representaba cada una una semana de diez días. Y cada día estaba dedicado a un dios”. Conquistadores de lo imposible. José Ángel Mañas
Hacia mitad de tarde, en autobús, nos dirigimos a seis kilómetros de la ciudad, a una serie de construcciones incaicas. Algunas de ellas excavadas en la roca y otras construidas con mampostería de enormes piedras. Qenqo y Puca Pucara: un laberinto, galerías, un anfiteatro y un santuario. Y Tampumachay, destinado al culto del agua: acueductos, canales y cascadas (dos exactamente iguales que llenarían recipientes iguales al mismo tiempo). La tarde fluía brillante y gozosa ante tanta belleza. Terminamos en la consabida tienda de artículos de artesanía realizados a partir de la lana de animales autóctonos, como llamas, alpacas, y artículos de lujo a base de piel de vicuña (Naty se compró un pañuelo o fular con base de alpaca). Volvimos a la ciudad, ya de noche. Nos dejaron en una esquina de la Plaza de Armas. Cenamos en el segundo restaurante con el que nos encontramos: regular, solo regular. Volvimos al hotel caminando. Comprobamos que la ciudad de Cuzco era discretamente populosa y tranquila…
COROLARIO: Fotográficamente el día no fue nada afortunado. La primera parte de la tarde la pasamos en interiores, sin luz suficiente para mis viejas cámaras, y después, en los enclaves arqueológicos, tampoco (estaba atardeciendo), además que el grupo estorbaba y las explicaciones del guía distraían.
PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo uno: Cuzco (Perú), uno de febrero, viernes
IV
“Resultaba difícil saber cuánta gente vivía allí. Desde aquel mirador se veían miles de casas de piedra. Al pie de las sierras, se habían ido construyendo en torno a tres arroyos que confluían en el valle como los dedos de una mano”. José Ángel Mañas (impresión de la ciudad a la llegada de Pizarro y su pequeño ejército)
Todos los matices culturales aportados por el elocuente guía, aparte de una considerable información social, política y arquitectónica, hicieron que nuestra visita resultara amenísima e ilustrativa. Nos asombraron, especialmente, las técnicas constructivas de los Incas, su capacidad para realizar ciclópeos muros de mampostería y su asombrosa capacidad técnica y artística para proyectarlos. Eran construcciones que tenían en cuenta la neutralización de los efectos de terremotos y catástrofes naturales. Ahí siguen, construcciones colosales de una belleza única, incólumes después de siglos y algunos terremotos. Aparte de la Catedral, donde predominaba la ornamentación barroca de ricos y áureos ornamentos, también visitamos construcciones enteramente incaicas, como El templo del Sol, o Coricancha, aunque estos magníficos restos se encuentran en el interior del templo Santo Domingo, cristiano…
COROLARIO: “A Pizarro la contemplación de la capital, con sus edificios de piedra, le llenaba de orgullo. Estaba conquistando su sueño, y este estaba a la altura de sus expectativas”. Conquistadores de los imposible. José Ángel Mañas