Por el río navegaban barcas por doquier, bajaban y subían sin propósito aparente. Quizá, las razones estaban en la sinrazón misma, o en la razón suprema de vivir la belleza del río. “…La belleza de las cosas existe en el Espíritu de quien las contempla…” D. Hume
Era jueves por la mañana, nadie parecía tener prisa. Todo estaba bien. Todos teníamos motivos para sonreír, o no, pero los motivos para no hacerlo no estaban convocados esa mañana…
Oraban y se bañaban en el río promisorio y redentor. Para ellos eso tenía sentido, para nosotros no; pero, lo que tenía mucho sentido era que hubiéramos decidido ir a ese río y navegar unos instantes en su acogedor e inmenso cauce…
Esa tarde no hubo ningún dorado atardecer, sino un húmedo, brumoso y melancólico ocaso… “La melancolía es una forma de poesía”. Wallace Stevens
“El hombre ama la compañía, aunque sea la de una vela encendida”. Georg Chistoph Lichtenberg
En mi asombrada y gozosa confusión no conseguía entender que el río transcurriera en la dirección que lo hacía…