En mi asombrada y gozosa confusión no conseguía entender que el río transcurriera en la dirección que lo hacía…
© 2017 pepe fuentes
LA CIUDAD MELANCÓLICA XX (o donde habitan los dioses de la paz eterna). Era jueves por la mañana, nadie parecía tener prisa. Todo estaba bien. Todos teníamos motivos para sonreír, o no, pero los motivos para no hacerlo no estaban convocados esa mañana. Ellos oraban y se bañaban en el río promisorio y redentor. Para ellos eso tenía sentido, para nosotros no; pero, lo que sí tenía sentido, mucho, era que hubiéramos decidido ir a ese río y navegar unos instantes en su acogedora e inmensa corriente. Nos acompañaba la mirada tranquila y devota de esas gentes pacíficas, el sol clemente y la bendición de Shiva. Todo rebosaba plenitud y sentido, todo estaba bien en esos momentos…
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